José Vicente Ramón Moreno.
Hemos comenzado la semana con la abdicación del Rey Juan Carlos I y con mil y una especulaciones del por qué, del momento y de las circunstancias y algunos se han permitido echarse las manos a la cabeza con ademanes innecesarios y ciertamente absurdos.
Si no queremos hacer caso al amarillismo observaremos que, desde hace un tiempo, por edad y por salud al Rey le cuesta cada vez más desempeñar sus funciones y en más de una ocasión ha tenido que suspender su agenda por no poder atender sus obligaciones.
Además creo que después de cerca de cuatro décadas ya ha cumplido su ciclo, ha colaborado en la consolidación de la democracia y, con sus aciertos y sus errores, ha representado a nuestro país haciendo que sea respetado en el ámbito internacional.
Creo que es hora de que el Príncipe de Asturias demuestre que los años que lleva preparándose no han sido en vano y que puede asumir con plenas garantías el peso de la Corona y los retos que esta sociedad moderna está imponiendo a todos y cada uno de los que, de una forma o de otra, están representando a todas las instituciones de nuestro país.
Algunos comentan que tiene un panorama complicado por delante pero si hacemos memoria veremos que era mucho más complicado el que tuvo que lidiar su padre y con su talante y la colaboración de todas las fuerzas democráticas pudo ser superado con una transición democrática alabada por muchos de nuestros vecinos europeos.
Además me gusta el estilo con el que el Príncipe ha tratado el tema del sinvergüenza de su cuñado del que espero que la justicia haga todo el trabajo y recaiga sobre él la pena íntegra que le corresponda.
Como resumen decir que no debemos sorprendernos de la abdicación porque era el proceso lógico que podíamos esperar por bien de la institución que representan.