Juan José Pérez Macián. Concejal delegado del Área de Gobierno de Hacienda, Modernización y Administración Municipal del Ayuntamiento de Castellón.
Alfonso Bataller. Así, sin más. Ese es el título de mi artículo de colaboración de este domingo. Un nombre y un apellido. Los de un alcalde. Los del alcalde de Castellón. Los de un hombre honesto y recto. Los de un hombre trabajador y firmemente comprometido con una tarea compleja que en momentos difíciles aceptó, poniéndose al frente del gobierno de nuestra ciudad. Los de un profesional de prestigio reconocido en el ámbito de la medicina y de la gestión de la sanidad pública. Los de un gestor público serio y eficaz. Los de un político cercano, transparente, honrado e íntegro. Y pese a todo ello, los de un hombre sencillo, llano.
Lo afirmo. No necesito que nadie me lo cuente. Llevo dos años junto a él, día a día, muchas horas cada jornada, de lunes a lunes, un mes tras otro y otro, viviendo con intensidad su total dedicación -repito: total dedicación- a atender las necesidades de la ciudad y tratar de solucionar los problemas de los ciudadanos. Y lo hace con cercanía, con naturalidad, con transparencia, mirando al frente, a los ojos, como miran los hombres honestos, los hombres de verdad que no tienen nada que esconder. Alfonso no rehuye el encuentro. Ni se esconde ante el problema, ni cesa en el empeño de encontrar la solución. Escucha, dialoga. Es un trabajador incansable y hace trabajar a quienes tiene ceca hasta el agotamiento.
Siempre, sin excepción, he comprobado su interés y preocupación por el cumplimiento y observancia de lo legal y es en él casi una obsesión el asegurarse de que cualquier decisión, documento que se firma o acuerdo que se adopta, reúne todos y cada uno de los requisitos que legalmente pudieran ser exigibles.
Conociéndolo como lo conozco, se me hace tremendamente difícil considerar la posibilidad de que Alfonso Bataller sea así solo desde que es alcalde de Castellón y no lo fuera antes en los ámbitos personal, profesional y político en que desarrolló su carrera previa. Porque él no llegó a la política desde ningún sitio. Su trayectoria profesional previa, es admirable.
Por eso, la noticia de la semana, la de su imputación en una pieza del 'gürtel', por aparecer su firma en unas facturas de poco más de veinte mil euros, por un evento organizado y celebrado por la Consellería de Sanidad cuando él era Subsecretario de la misma en septiembre de 2007 y llevaba apenas mes y medio en el cargo -había tomado posesión en julio- me ha causado sorpresa e indignación, me ha hecho reflexionar y he concluido algunas convicciones:
Primera.- Estoy seguro de que en aquel momento actuó con la misma honradez, rectitud y transparencia con las que lo veo actuar cada día al frente de la Alcaldía.
Segundo.- Estoy seguro de que antes de estampar su firma en cualquiera de aquellos documentos, y máxime recién acabado de 'aterrizar' en la Consellería, se cercioró por el Interventor y Jefe de servicio correspondientes -como funcionarios responsables de la supervisión- de que eran correctos, legales y no albergaban duda alguna de irregularidad.
Tercero.- Estoy seguro de que en modo ni momento alguno pasó por su cabeza al estampar su firma, que bajo aquellas facturas pudiera ocultarse irregularidad alguna de ningún tipo.
Cuarto.- Estoy seguro de que, de haber sido consciente después de hacerlo, de que firmar aquellas facturas pudiera haber llegado a constituir alguna mínima irregularidad, jamás habría aceptado posteriormente, ser alcalde de Castellón.
Y Quinto.- Por eso, estoy convencido de que, como él ha manifestado, es cierto que tiene la conciencia tranquila porque siempre ha actuado con rectitud, integridad y honestidad.
En definitiva, estoy plenamente convencido de que una vez Alfonso Bataller ofrezca al Juez Instructor las aclaraciones que le sean solicitadas, y terminen las declaraciones de los demás imputados y testigos llamados a declarar, cesará su imputación y con ello la oscura sospecha que injustamente se ha cernido temporalmente sobré él y de la que ha pretendido alimentarse vorazmente la oposición. A ellos, a la oposición, les digo: pan para hoy, hambre para mañana.