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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

De Aves, aviones, autovías y rotondas

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Juan Teodoro Vidal. Químico.

Se ha estado opinando estos últimos días sobre la poca ocupación del Ave y si se debe seguir su expansión de la forma que se ha hecho. Vaya por delante que a mi me gusta el tren, porque permite llegar al destino más descansado que si hay que estar conduciendo largas horas en medio de un tráfico intenso, incluso se puede trabajar, estudiar o disfrutar de la lectura y de entretenimientos. Además, gracias a su mayor velocidad los viajes se hacen más cortos.

Yo creo que las grandes infraestructuras, cuando se construyen para disfrute público y tienen mucha aceptación y uso, no pueden valorarse solo en términos económicos. Por ejemplo, un país como el nuestro, montañoso, casi atormentado, necesita de unas autovías seguras y gratuitas que hagan menos peligroso el viaje. La reducción de la sangría de muertos continua, sobre todo los fines de semana y puentes, en que los españoles nos lanzamos a surcar la geografía nacional, sumada a los millones de horas de ahorro diario en tiempos de conducción, justifican la construcción de la red de carreteras y autovías, como un servicio público, que aún siendo enorme llega a saturarse. Y no parece que puedan funcionar como un negocio o auto-financiarse, porque las autopistas de peaje que se han construido en paralelo para descongestionar las autovías, han fracasado.

El Ave empezó a construirse con enfoque político, de Madrid a Sevilla, porque lo lógico hubiera sido construir primero el triángulo Madrid-Barcelona-Valencia, uniendo las tres capitales mayores (y de paso Zaragoza), asegurando el máximo uso. Parte del trazado parece más largo de lo que era necesario, pasando por capitales de provincia poco pobladas, (que estaban apartadas de la ruta más corta), en lugar de hacer primero el camino más corto y luego un ramal para unirlas. De forma que por cumplir un objetivo menor, como sería mejorar la comunicación de sitios poco poblados, se habría sacrificado la ventaja que podría tener el unir más rápido las ciudades de más población, incrementándose los costes, a repercutir en el billete que paga la mayoría. A pesar de ello el Ave es maravilloso.

Sería de ocupación masiva si los precios de los viajes fueran más bajos, porque entonces atraería muchos más viajeros. De paso contribuiría a reducir aún más la siniestrabilidad en las carreteras. Si el viaje costara menos que ir en coche y hubiera más frecuencias, seguramente pasaría como con la telefonía móvil, que empezó a ser un negocio universal justo cuando fue barata.

Las rotondas son mecanismos de regulación del tráfico, muy aceptables, que funcionan tal cual. La cantidad de ellas que además tienen semáforos prueba que algo se hizo mal, porque casi siempre no hay cosa más absurda que una rotonda con semáforos: funciona peor y cuesta el doble.

En cuanto a los aeropuertos sin aviones, en sitios con poca población, me dan pena y lástima de recursos que se hubieran podido dedicar a mejorar la vida de los ciudadanos.