Juan Teodoro Vidal. Químico.
Una noticia de EFE fechada el 5 de marzo sobre 'Los jesuitas eliminan las asignaturas, exámenes y horarios de sus colegios' me llamó la atención. Parecía una opción creativa e interesante.
Tradicionalmente los maestros y profesores explicaban las lecciones como parte de las asignaturas, cada una con su temario, encargaban a los alumnos 'deberes' y luego planteaban a los alumnos controles y exámenes relativos a las materias, para que los alumnos demostraran los conocimientos adquiridos y su capacidad para responder acerca de situaciones idealizadas relacionadas con el temario de su asignatura.
Se suponía que este método era adecuado, porque era el que se había empleado siempre, sin considerar que el mundo ha cambiado más en el último siglo que en toda la historia anterior. Las cosas en la vida real ya no funcionan como antes y el conocimiento en la práctica, además de ser multidisciplinar, no se adquiere mediante clases magistrales, sino que hay muchas fuentes al alcance de todos. Además algo no funciona cuando hay una alta tasa de abandono y fracaso escolar y se terminan estudios sin conocimientos prácticos.
Recuerdo de mis años de estudio, tener interés nulo por algunas asignaturas, que quizá por ello resultaban difíciles y que sin embargo en otras, casi sin estudiar, podía llegar a la comprensión total del asunto. Tras licenciarme he vivido felizmente de mi profesión, sobre todo cuando he conseguido trabajar en lo que más me gustaba. Cuando trabajando se crea, todas las dificultades desaparecen.
Resolver problemas 'reales' en un ambiente de colaboración, es más estimulante y creativo y se puede poner en uso toda la capacidad de trabajo, de relación y de aprendizaje. Pues cuando en esas condiciones se necesita un conocimiento concreto, se adquiere espontáneamente con mucho menos esfuerzo y queda retenido como algo útil. Lo que llevaría a concluir que la maestría en una profesión puede venir por el conocimiento y experiencia práctica como un todo, más que por los conocimientos muy específicos en los que uno pueda destacar en términos académicos.
El método de enseñanza, además trilingüe (Castellano, Catalán e Inglés), que emplean en plan experimental los Jesuitas en 5º de primaria y 1º de ESO en tres de sus colegios en Cataluña va en ésa línea. Al enfocar el aprendizaje como 'proyectos' en grupo en los que hay que poner en juego conocimientos diversos, colaboración y esfuerzo colectivo, consiguen reducir absentismo y fracaso, y en mi opinión, adelantar años la experiencia que muchos profesionales pasan sólo después de haber obtenido sus títulos. Ir por delante y crear equipos es fundamental en un mundo cada vez más competitivo.
Si los resultados son los esperados planean extenderlo al resto de sus colegios. Para conciliar esta práctica con las exigencias del sistema disponen de un método mediante el que, después de puntuar sus competencias, pueden calificar a los alumnos según las asignaturas clásicas.
Me parece una experiencia esperanzadora por lo que supone de intento de adaptar la enseñanza al mundo real.