Juan Teodoro Vidal. Químico.
“La macroeconomía* es la parte de la teoría económica que se encarga del estudio general de la economía, mediante el análisis de las variables económicas agregadas...”
“La microeconomía* es una parte de la economía que estudia el comportamiento económico de agentes económicos individuales... Considera las decisiones que toma cada uno para cumplir ciertos objetivos propios.”
*Citas de Wikipedia
Estamos en la semana de fin de mes, que además será la de después de las fiestas de la Virgen de agosto, celebradas en toda España, y de las fiestas de San Bartolomé, con amplio seguimiento en muchas ciudades y pueblos. En muchas casas esta semana ‘no hay un duro’ hasta llegar a fin de mes. Este fenómeno ‘microeconómico’ se exagera en situaciones así, pero cada vez es más común, sin importar el mes del año de que hablemos. Una o más semanas sin un duro. Muchos hogares aguantan por la ayuda de los jubilados, que se sacrifican y comparten su escasa paga con los hijos en paro y con los nietos. Y es que, con la tasa de paro que tenemos, hay un gran número de familias con uno o más miembros sin trabajo y cada vez más sin ningún ingreso regular. Y se va aguantando muy mal, pues la hipoteca y el recibo de la luz hay que pagarlos y los niños tienen los zapatos rotos y hay que elegir si comprar pollo, manzanas y pan o detergente, porque la nevera y la despensa están vacías.
Yo siempre he dicho que hay que resolver los problemas sin crear otros nuevos. La situación económica delicada que tenemos en España, se concreta en que los gastos de todos los órganos del Estado son muy superiores a los ingresos, que es lo que se llama déficit. Como consecuencia, para seguir funcionando, el Estado necesita una financiación constante y ofrece tipos de interés que hacen que financiarlo resulte más rentable que financiar la economía productiva. Sin crédito a la vista, no se pueden crear empresas y las que existen tienen que bajar los sueldos y despedir empleados para poder mantenerse, en un círculo perverso.
Las soluciones para mejorar las cuentas públicas, que son una cuestión ‘macroeconómica’, basadas en aumentar la recaudación de impuestos, y reducir el gasto público por la vía de bajar sueldos a los empleados públicos, y reducir el poder adquisitivo de los jubilados, se hacen muy dolorosas para los más débiles. Con estas medidas se pretende achicar el enorme ‘agujero’ de las cuentas públicas. Pero se retrae el consumo, con lo que se acaba por ralentizar lo que funcionaba, siendo a veces peor el remedio que la enfermedad.
Tenemos una Administración sobredimensionada y cargos con demasiados privilegios junto con un amplio catálogo de elementos que también contribuyen al déficit, como son la corrupción, empleos públicos sin oposiciones y en el sector privado fraude de facturas sin IVA, sueldos en negro, y declaraciones fraudulentas. Cada euro que no pagan los que deberían, me toca ponerlo a mí, o a esos jubilados que están haciendo que la familia no acabe en la más penosa ruina.
‘Resolver un problema sin crear otro’, en este tiempo de crisis, pasaría por reducir de forma notable el tamaño de la Administración, quitar de raíz todos los privilegios, lujos y excesos, dejar con un solo sueldo a todo cargo público y atacar la corrupción, las contrataciones a dedo y el fraude de forma decidida y masiva, mejor que aplicar la receta generalizada de subir los impuestos y bajar los sueldos. Actuando así la clase política recuperaría la fuerza moral y practicaría con el ejemplo para, si aún no fuera suficiente, poder pedirnos a todos el esfuerzo apropiado, con una explicación razonada de cual es la situación, y de que las soluciones planteadas son realmente las necesarias. La solución de los problemas de la macroeconomía puede hacerse sin aumentar necesariamente los problemas a escala microeconómica.