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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Problemas de conducta en casa: ¿cómo actuar?

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Lidia Márquez. Pedagoga y Directora de Créixer Gabinete Psicopedagógico. 

Los problemas de conducta en el núcleo familiar son un asunto que nos afecta a casi todos los padres en mayor o menor medida. ¿Quién no ha tenido que lidiar con que no nos obedezcan a la primera cuando les pedimos que hagan algo? ¿Quién no se ha encontrado frustrado porque a sus hijos parece darles igual los enfados y los castigos? E incluso, ¿quién no se ha sentido avergonzado ante un numerito de nuestros hijos fuera de casa?

En este artículo, vamos a dar algunas orientaciones sobre cómo mejorar la convivencia dentro del ámbito familiar.

Es fundamental que procuremos que la relación que tenemos con nuestros hijos se base en un apego sólido y en el amor. Esto va a hacer que para nuestros hijos sea más importante lo que pensemos y lo que sintamos en relación con ellos.

Para conseguirlo, es necesario pasar tiempo con ellos. Pero este tiempo ha de ser de calidad. No nos sirve estar con ellos mientras vemos la tele, miramos el móvil o adelantamos algo de trabajo o de las tareas domésticas. Durante este tiempo compartido, hemos de estar pendientes de ellos, de lo que están haciendo, de lo que nos están contando… En muchas ocasiones, principalmente cuando ya han aparecido los problemas de conducta, casi la totalidad del tiempo lo pasamos centrados en esas conductas negativas que han mostrado, recriminándoles cómo se han comportado o aconsejándoles sobre cómo deben hacerlo. Hemos de tratar de dejar de lado estos comentarios por algún tiempo y compartir con ellos momentos de ocio y de construcción de la relación.

También es importante que conozcamos a nuestros hijos. En muchas ocasiones las malas conductas vienen ocasionadas porque no son capaces o sienten que no son capaces de hacer lo que les pedimos, en otras porque no conocen alternativas correctas a las malas conductas. En la mayoría de las ocasiones no lo hacen a propósito. Es nuestra tarea averiguar cuál es el motivo real y procurar ayudarles a hacer las cosas correctamente. Además, esto nos ayudará a nosotros a controlar los sentimientos negativos que pueden aparecer hacia ellos en determinados momentos, nos hará sentirnos mejor como padres y mejorará la relación.

¿Cómo podemos ayudarles a que se comporten mejor? Establezcamos unas reglas claras y concretas. Tan importante es ser coherentes con estas normas, como ser flexibles, adaptándolas a determinadas situaciones y pudiendo negociarlas cuando sea conveniente.

Además, hemos de determinar unas consecuencias para estas normas, tanto en sentido positivo como negativo. Cuando nuestros hijos cumplan las normas deberemos reforzarles positivamente. Esto no quiere decir que hemos de comprarles regalos y cosas materiales cada vez que se porten bien. Es mucho más efectivo alabarles, felicitarles, abrazarles, hacerles saber lo contentos y orgullosos que nos sentimos.

Por otro lado, si no cumplen las normas, también se debe establecer unas consecuencias. El castigo físico está más que demostrado que no sirve para nada. Tampoco sirve castigar indiscriminadamente con lo primero que se nos pasa por la cabeza y que además, en muchas ocasiones, acabamos no cumpliendo. Los castigos deben ser realistas y deben constituir consecuencias reales de la acción inadecuada (por ejemplo, si han roto un objeto tendrán que utilizar su paga para reponerlo, si no han querido hacer los deberes a determinada hora no podrán ir al parque porque tendrán que acabarlos…)

Es importante que seamos consistentes con esas normas y consecuencias que hemos establecido. Hemos de ser conscientes de que al principio será necesario repetirles más de una vez lo que queremos que hagan y en muchas ocasiones tendremos que utilizar las consecuencias negativas. Sin embargo, con el tiempo, irán aprendiendo cuál es la forma correcta de actuar y que es la forma más beneficiosa para ellos y más satisfactoria para todos.

Por último no cabe olvidar dos aspectos fundamentales. En primer lugar, que es primordial que los dos padres estemos de acuerdo con las normas y nos impliquemos de igual modo en hacerlas cumplir. Y por otro lado, que los padres debemos actuar como modelo y guía que somos para nuestros hijos. Si no queremos que se comporten de determinada forma, no debemos actuar nosotros de esa forma (¿cuántas veces no nos han oído decir una mentira “piadosa” a alguien cuando están hartos de oírnos decir que no hay que mentir?, por ejemplo).

Esperamos que estas orientaciones básicas os sean de utilidad para empezar a corregir esos pequeños problemas de conducta con vuestros hijos.

CRÉIXER Gabinete Psicopedagógico.
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