Luis Andrés Cisneros.
El suicidio (en latín: suicidium, de sui, sí mismo, y caedĕre, matar) es el acto por el que una persona, deliberadamente, se provoca la muerte. Normalmente este hecho suele ser consecuencia de la desesperación, salvo en el caso del suicidio demográfico que está siendo una constante en los últimos años en la Europa occidental y, con cifras más preocupantes en nuestro país.
Y éste es un tema que, ningún partido político, en el sentido estricto de la palabra ninguno, salvo Vox, toca, ni siquiera de refilón, en sus programas. Quizás se corresponda con que no es ‘políticamente correcto’ y, también, que la ideología progresista lo identifique con los términos despectivos, ‘franquista’, ‘facha’, ‘arcaico’, ‘retrogado’, ‘machista’, y todos los epítetos que con tanta facilidad lanzan los ‘demócratas de nuevo cuño’.
Pero ya son varias las voces, aunque con poca atención por parte de los subvencionados medios de comunicación españoles, están alertando sobre las terribles consecuencias que, el descenso alarmante de la natalidad, va tener en el futuro de Europa y, sobre todo de España.
Y eso que las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE) nos avisan sobre los problemas que el envejecimiento estremecedor de la sociedad española va a tener sobre varios factores.
Uno de ellos es el de las pensiones. El mantenimiento del poder adquisitivo de las mismas, o incluso su misma existencia, va a ser prácticamente imposible en poco tiempo. El aumento de las personas mayores de 65 años y el descenso brutal de los nacimientos harán el sistema insostenible.
Alarmantemente ya hemos llegado a que el número de fallecimientos supere al de nacimientos. Estos últimos han bajado un 2%, lo que hará que estemos llegando a que un trabajador en activo, sostendrá a un pensionista. La solución pasa, de manera ineludible, por el aumento de la natalidad.
En estos momentos, la tasa de fecundidad que tenemos en España es de 1,28 hijos por mujer española (1,32 si incluimos a las mujeres no españolas), cifra muy alejada de la que se considera mínima para conseguir el relevo generacional que es de, mínimo 2,1 hijos por mujer. ¡Para echarse a temblar!
Los mayores de 65 años, ya suponen un 19% de la población, y su número va creciendo paulatinamente. Además, se da la circunstancia que, a pesar de los anuncios derrotistas de los partidos progresistas sobre las penurias de la sociedad, España, tras Japón, Suiza y Singapur, es el país con mayor longevidad.
Para mayor dificultad, las mayores caídas de población se dan en los segmentos entre 0 y 4 años y en el de 25 a 34 años, lo que echa por tierra cualquier atisbo de sostenibilidad del sistema de pensiones a corto plazo, pero claro, a nuestros sesudos y sacrificados dirigente políticos, éste es un tema baladí, ya que sus emolumentos y mamandurrias están bien amarrados.
Y todo es tan sencillo como colocar, en el centro de todos los esfuerzos a realizar, a la institución que están ninguneando de manera torticera: La Familia. Se trata de implementar políticas de apoyo a las familias españolas, con especial atención a promover políticas reales y efectivas de ayuda y estímulo a los hijos, facilitando su incorporación al sistema laboral activo y aparcando actuaciones que, hoy en día, no aportan ninguna solución a los problemas de España. Pero que se venden como grandes logros progresistas.
Todo esto lo podrán ver en las páginas del diario ABC del martes 25 de Octubre, en un informe elaborado por el periodista Luis Cano, y el que cita como fuente a los datos facilitados por el INE.
Pero esto no acaba aquí. El riesgo que, desde otras culturas, sobre todo las antagonistas a la nuestra, y que priorizan tener descendencia sobre otros factores, se apoderen de nuestra civilización, es cada día más palpable.
Para muestra un botón, En marzo de este año, el semanario polaco Do Rzecy, publicaba una entrevista al clérigo islámico Anjem Choudary, quién soltaba prendas como estas: “Nosotros podemos tener varias mujeres e hijos. Amigos míos han llegado a tener 21 hijos”
“Su sociedad europea se despuebla porque sólo desea tener un hijo, además de un pez de colores o un perro. No se sorprenda si, dentro de pocas generaciones ya somos mayoría aquí”.
“El islamismo juega en el siglo XXI el papel que el comunismo o el nazismo jugaron el siglo pasado. Nuestro objetivo es implantar la sharia en Europa”.
Otro dato preocupante, menos para la Sra. Silvia Barquero, mientras que el número de mascotas se ha multiplicado por cuatro en los últimos años, el de nacimientos ya lo hemos visto.
Si a todo lo anterior añadimos que los “expertos” de la ONU. Sólo tienen la ocurrencia de que España reciba 240000 emigrantes al año, quno pueden ser más que musulmanes, por supuesto.
O reaccionamos, o esto se va al garete.
Permítanme acabar con un deseo: ¡¡Viva España!!