Juan Teodoro Vidal. Químico.
El viernes pasado se inauguró en el Museo Casa de la Moneda en Madrid una exposición temporal muy interesante, “Del cartón al microchip: 150 años de historia del billete de transporte”. En ella se pasa revista a la evolución de los medios de transporte junto con la evolución del propio billete. Todos los que la visitan disfrutan de recordar lo que han vivido, asociándolo a la forma que tenían estos medios de pago en el pasado, porque el transporte público dio cobijo a muchas vivencias dignas de recordar que quedaron fijadas en la memoria, junto a todas sus circunstancias, entre ellas la tecnología del momento.
La exposición se presenta en el entorno del Museo que cuenta la historia del dinero tal como lo conocemos desde el origen de la moneda en Grecia allá por el siglo VII a.c. hasta la actualidad. Se puede ver en la exposición permanente como el invento de la moneda continúa casi invariante, sólo animado por los cambios estéticos o de estilo, durante 25 siglos. Es la aparición del dinero fiduciario, particularmente los billetes de banco, lo que nos introduce en la modernidad, dándole una vuelta más al proceso de virtualización que supone otorgar a un objeto un valor simbólico, que permite su uso como medio de pago.
Y en este entorno se hace más patente precisamente la evolución que pretende demostrar la exposición ahora inaugurada, ya que en estos últimos 150 años se han producido más cambios en la forma de vida en las ciudades, que en toda la historia anterior. Las ciudades crecen porque son un foco de oportunidades. Las grandes migraciones del campo a la ciudad producidas en el siglo pasado han hecho de estas aglomeraciones humanas un nuevo mundo, una especie de último destino. A modo de colonos, antiguos agricultores se hicieron urbanos conforme fue mejorando la productividad agraria y el campo no necesitaba más gente. Pero la ciudad sin el transporte público sería un lugar inhabitable.
El transporte público vertebra ese gran organismo que es la ciudad. En sus orígenes fueron simples carruajes tirados por caballos, hasta la aparición del tranvía eléctrico a principio del siglo XX. En los años 20 se inaugura la primera línea de metro o tren subterráneo, junto con los primeros autobuses, que parecían más bien camiones, hasta inventarse los de dos pisos en los años 30. Ya en la época del desarrollo, en los 60, aparecen los microbuses, se consolida la red de tren de cercanías y en los 70 desaparecen los tranvías. Mientras tanto se introducen las máquinas de venta automática de billetes. Los autobuses, al final de los 70, dejan de tener cobrador al implantarse el bonobus y las canceladoras automáticas. Es al final de los años 80 cuando aparecen los billetes magnéticos y el abono de transporte. Es ya apenas introducido el euro cuando arranca el uso de los billetes actuales sin contacto.
Una evolución fascinante, que parece acelerarse con el tiempo.