Marisol Linares. Vicesíndica del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes Valencianas.
Quería hacer una reflexión en estos días que tanto se habla de escrache, una palabra que, según parece, tiene su origen en Argentina, y que se identificaría con los militares que durante la dictadura cometieron auténticas atrocidades contra los que discrepaban del poder militar.
Y yo me pregunto, ¿por qué los españoles somos tan dados a olvidar nuestro idioma y el diccionario de María Moliner tan rico en vocablos y que ha sido durante muchos años el diccionario con el que todos aprendimos a hablar correctamente nuestro idioma?.
¿Y por qué no llamamos al pan, pan y al vino, vino y decimos que todo lo que están haciendo los grupos radicales de la izquierda contra los diputados y senadores del PP es acoso e intimidación, según el diccionario de la Academia de la Lengua?
¿Por qué, una vez más, hemos de utilizar un vocablo cuyo significado no se corresponde con los hechos que están acaeciendo? Está claro que los medios de comunicación escritos, radiofónicos y televisivos contribuyen a que este término se popularice, sesgando el verdadero sentido de lo que está pasando.
Creo que es el momento de que todos los partidos, sea cual sea su ideología, pongan en valor el estado democrático y que toda la sociedad civil, e incluyo a los medios de comunicación, hagan una reflexión pausada y serena de lo que está pasando en nuestro país, si no quieren caer en un populismo exacerbado que en nada contribuiría a que las futuras generaciones tengan un futuro saneado con una democracia y unas instituciones respetables y respetadas por todos.
Derecho a huelga sí, derecho a reunión y manifestación sí, pero violencia no.
La violencia y la intimidación de las personas y sus familias no son conductas que puedan ser aprobadas por partidos democráticos que han sido libremente elegidos en las urnas.
La democracia tiene unas reglas de juego que todos debemos respetar, y entre ellas se encuentra la división de poderes que proclamó Montesquieu, dejar actuar a la justicia, respetando siempre la presunción de inocencia de todas las personas, dejar legislar a las Cortes, cuyos diputados y senadores han sido elegidos sin coacción alguna para ser la voz del pueblo, ésta es la esencia de la democracia, y respeto al ejecutivo que emana del legislativo y. por tanto, de una voluntad mayoritaria de todos los españoles, con un encargo para sacar a este país a flote y al final de los cuatro años de mandato, presentarse con el balance de trabajo realizado, será entonces, y no antes, el momento en el que el pueblo decidirá con su voto la continuidad o el cambio de los que tienen que representarnos los próximos cuatro años.
Mientras tanto respetemos la democracia.