Marisol Linares. Ex diputada del PP.
Es una palabra sánscrita que según algunas creencias tiene algún poder psicológico o espiritual, pero en el lenguaje cotidiano y retórico sirve para realzar o intensificar aquello que deseamos transmitir a nuestros interlocutores para dar relevancia a una cosa.
Actualmente en nuestra sociedad, en el mundo de la política se han instaurado los mantras de forma cotidiana y son utilizados por los partidos políticos para desacreditar al adversario; y esto, la sociedad lo asume sin darse cuenta de la realidad que, en ocasiones, es diferente a los mantras que se transmiten. En estos tiempos de crisis han sido muchos los mantras que se han instaurado entre los ciudadanos y se han convertido en dogmas, sin que se paren a analizar en profundidad la realidad.
La educación, la sanidad, las pensiones... etc. han sido los ejemplos de los mantras más difundidos por la oposición política española, pero el ciudadano se da cuenta de que cuando lleva a su hijo al colegio o a la consulta médica o simplemente a una red asistencial es cuando ve la verdadera realidad.
Los mantras se han quedado entre nosotros y cuando alguien se empeña en laminar o dañar al adversario el mantra hace su labor con consecuencias irreparables. Pues, es capaz de llegar a acabar políticamente con personas por el mero hecho de lanzar un mantra contra ellas que rueda y rueda, se repite sin cesar y al final es imparable revertir esta información, aunque sea falsa.
Esta reflexión debería servir para que todos fuéramos capaces por nosotros mismos de analizar cada situación alejando de nosotros esos mantras intencionados que se lanzan porque benefician a alguien en detrimento de otros.
Las fiestas navideñas son un buen momento para reflexionar y ver al adversario como persona, con sus defectos y virtudes, y así tiene que ser analizado y juzgado en su justa medida. Pues solo así conseguiremos entre todos una sociedad más justa e igualitaria sobre la base del discernimiento individualizado. No podemos convertirnos en jueces y juzgar indebidamente, ni dejarnos llevar por unos mantras que sólo favorecen a los que los lanzan.
Felices fiestas y que entremos en un 2017 libres de mantras.