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miércoles, 18 de diciembre de 2024 | Última actualización: 23:01

Un honor de concejal

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Marisol Linares. Vicesíndica del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes Valencianas.

El pasado jueves Castellón perdió a un  hijo ilustre, el concejal del Ayuntamiento de Castellón, Miguel Soler. Los que asistimos a su sepelio pudimos comprobar dos cosas, la multitudinaria presencia de vecinos y asociaciones ciudadanas que asistieron a la misa funeral y a la emotiva homilía que hizo de su persona el prior de la Basílica del Lledó.

Miguel Soler es de esas personas que ha querido y amado las tradiciones de su ciudad, Castellón. Como se dice “una persona de soca”.

Pero aparte de esposo, padre y abuelo, era concejal del ayuntamiento de Castellón y ahí quiero poner el énfasis, en su trabajo diario y callado llevado a cabo los últimos años.

Al igual que Miguel Soler existen en España miles de concejales de ciudades grandes y pueblos pequeños, algunos de los cuales cuentan con apenas 50 o 100 habitantes.

A esos concejales quiero dedicarles unas palabras de reconocimiento.

Se trata de hombres y mujeres que apenas aparecen en los medios de comunicación, pues es sabido por todos que el éxito de la labor de un concejal siempre es rentabilizado por el alcalde que preside el Ayuntamiento.

Los alcaldes saben que por sí solos no serían nadie si no contaran con un equipo de concejales que todos los días están al pie del cañón para atender las necesidades de sus conciudadanos.

Los concejales son esas personas calladas, respetuosas que escuchan y que se desviven por solucionar los problemas de los vecinos, y siempre con una sonrisa.

Personas anónimas, personas con un perfil político importante, en definitiva, todo un ejército de hombres y mujeres que hacen más fácil la vida en nuestros pueblos y ciudades y que muy pocas veces son recordados por su trabajo.

Sin los concejales nuestras ciudades y pueblos no serían los mismos ya que están para todo, para organizar las fiestas populares, para reparar un bache o simplemente para efectuar el cambio de bombilla del alumbrado.

Por eso la muerte de Miguel Soler, un hombre que pasó la vida haciendo el bien a sus vecinos nos sirve de ejemplo y homenaje a todos los concejales que de forma anónima y muchas veces con carácter altruista hacen posible que los pueblos y las ciudades sigan funcionando.

Ningún político debería acceder a altas cuotas de responsabilidad sin haber pasado previamente por la escuela de la concejalía.

Vaya para todos ellos nuestro reconocimiento y respeto.