Mercedes Ventura. Diputada autonómica de Ciudadanos por Castellón.
La violencia escolar está presente en nuestras aulas y esta afirmación ha sido evidenciada durante este año académico por los diferentes titulares recogidos en prensa. Lamentablemente, los datos ofrecidos por la Universidad Miguel Hernández evidenciaban que la mitad de los jóvenes de entre 12 y 18 años reconocían haber recibido amenazas, coacciones e insultos, entre otras acciones violentas. Es más, el nivel de violencia escolar se ha incrementado aproximadamente un 2 por ciento respecto al año anterior. Aquí mi pregunta, ¿qué se está pasando por alto en materia de educación?
En este punto creo que el sistema educativo se ha centrado en formar mentes maravillosas repletas de conocimiento en matemáticas, ciencias naturales, literatura, etcétera, pero vacías de conocimiento en el manejo de las relaciones interpersonales. El actual modelo educativo se ha centrado en potenciar el desarrollo cognitivo olvidándose del desarrollo social y emocional. Opino que es un modelo incompleto porque no sólo hay que centrarse en el ‘saber’, sino también en el ‘saber ser’. Estos postulados son muy antiguos, ya en 1996 la UNESCO indicaba que la educación emocional debe ser un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo porque permite el desarrollo integral de la persona preparándola para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana. Pero creo que ya han pasado bastantes años para empezar a hacer caso si queremos reducir el nivel de violencia escolar.
En esta línea, existe evidencia científica que demuestra cómo el fortalecimiento de habilidades socio-emocionales reduce en el alumnado las conductas violentas, el consumo de alcohol o drogas y los problemas de absentismo escolar (Lantieri, 2010). Efectivamente, cuando el alumnado recibe educación socio-emocional dispone de modelos a seguir que les muestran formas de relacionarse alternativas a la agresividad. Por poner un ejemplo, en muchas ocasiones los niños y las niñas no saben cómo canalizar la emoción de ira y emiten una respuesta poco inteligente como es la agresión verbal o física. Esta respuesta puede ser aprendida en ambiente familiar, social o innata por no saber cómo manejar la situación. Con la educación socio-emocional se dota de competencias necesarias para la convivencia, por ejemplo, desarrollando la capacidad de autorregulación del alumnado, se potencia la empatía entre iguales, se desarrollan habilidades de comunicación y resolución de conflictos de una manera asertiva, entre otros beneficios.
Como es evidente la educación socio-emocional no responde a una moda, ni a un requerimiento de unos pocos. Se trata de una cuestión vital tanto para el desarrollo personal como social. Por este motivo el sistema educativo debe dar respuesta a esta demanda y asumir su parte de responsabilidad en este proceso dirigido al desarrollo integral del individuo. En esta línea, el grupo Ciudadanos presentó a finales de año una iniciativa que fue aprobada por los diferentes partidos, para que la educación socio-emocional se encontrara integrada tanto en los programas educativos de Primaria como de Secundaria obligatoria -se propuso la creación de una asignatura-, así como la capacitación del profesorado en materia de educación socio-emocional.
Finalmente, que se aprueben estas medidas supone trabajar por un modelo integral en educación, apostando por Escuelas Valencianas Saludables que promuevan tanto la salud física como psicológica del alumnado. Con estas medidas estaremos apostando por una Comunidad Valenciana más feliz.