Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
En las próximas elecciones autonómicas del 24 de Mayo la Comunidad Valenciana se juega su futuro para las próximas décadas. Y en ellas los valencianos debemos optar si queremos que la Comunitat Valenciana funcione o no. No hay medias tintas. Tenemos que elegir entre la posibilidad de que nuestra tierra pueda ser la California de Europa o si nos resignamos a que siga siendo una Comunidad autónoma de tercera sin futuro alguno.
La situación actual de nuestra tierra, de nuestra Comunidad es de sobra conocida. Y la definen a la perfección, para mayor bochorno nuestro, esos reportajes aparecidos tanto en The Guardian, donde se menciona a Valencia como “la capital de una autonomía conocida por la corrupción política”, como anteriormente en Le Figaro.
Los datos además son abrumadores, y tristísimos. Tenemos una tasa de paro según la EPA del 23,5 %, y un paro juvenil en menores de 25 años que supera el 50 %. El peso de la Industria en relación al PIB no llega al 19 %, y además se centra en buena parte en sectores maduros, certificando de esta forma que el crecimiento de antaño se basó únicamente en la construcción. El sector turístico está estancado, y atrapado entre megalómanos proyectos horteras y una orientación casi exclusiva hacia el turismo nacional (la playa de Madrid según se dice popularmente). La infrafinanciación es endémica, y con un carácter insultante, y la ausencia de infraestructuras dignas de ese nombre clama al cielo. Esa es nuestra realidad. Y lo que los valencianos, castellonenses y alicantinos debemos decidir si queremos dejar o no atrás.
Y es que no estamos condenados; nuestra tierra tiene un gran futuro si nosotros así lo deseamos. Ahora bien, lo que hay que hacer es justo lo contrario de lo que se ha hecho hasta ahora; hay que potenciar clústeres de innovación, hay que apostar el I+D en un contexto de reindustrialización centrada en sectores avanzados, hay que olvidarse de proyectos faraónicos y potenciar ofertas de turismo de calidad, hay que conseguir una nueva financiación autonómica que posibilité infraestructuras cada día más imprescindibles. Hay que conseguir en definitiva que la Comunidad Valenciana funcione. Y que nadie se engañe, por muchos enjuagues de cara que se hagan, por muchas marcas blancas que se inventen para que les apoyen, los que nos han llevado a la ruina no pueden ser la solución. Son el problema. Y ellos lo saben. Esperemos que nosotros, los valencianos, también.