Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
Uno tiene una tremenda, casi brutal sensación de irrealidad cuando contempla lo que dicen y hacen los grandes partidos, los grandes medios de comunicación y sus correspondientes plañideras y meapilas. No es que vivan en una realidad paralela; es que pretenden vivir en una realidad divergente. Es esa la 'España oficial', totalmente al margen y enfrentada y pretendiendo silenciar, me temo, a la 'España real'. Es una situación sin duda muy similar a la que existía en los estertores del franquismo, cuando dola España oficial, en blanco y negro, casposa y repleta de gafas ahumadas de estilo Pinochet, negaba la existencia de cualquier oposición, discrepancia o alternativa.
La España real hoy en día son los cuatro millones de parados que no cobran ningún tipo de prestación, la España donde el gasto en desempleo se ha reducido en un 15, 5 % en lo que va de año a pesar de que estamos estancados en la brutal cifra de seis millones de desempleados. La España real es esa donde el número de suicidios ha aumentado un 11 % en el último año, donde la esperanza de vida ha disminuido por primera vez en nuestra Historia, donde tenemos que enterarnos a partir de medios de comunicación no tradicionales que muchos enfermos de corazón han tenido que dejar de tomar parte de su medicación por no poder permitírsela.
La España real es esa donde se anuncia desde el Gobierno del señor Rajoy que las pensiones subirán por debajo de la inflación los próximos tres años, perdiendo de esta manera poder adquisitivo. La España real es esa que contempla anonadada esa España oficial repleta de EREs falsos, sobres con dinero negro, y donde nunca, nunca, nunca un político o un banquero pisa la cárcel a pesar de estar condenados o requetecondenados. La España real es esa donde la España oficial del opusino ministro del Interior condecora vírgenes y santos mientras se acentúa la represión y el fin de las libertades.
Esa es pues la España real, muy alejada de esa España oficial que vive inmersa en un régimen profundamente corrupto que agoniza. De ahí el temor de la España oficial a la España real. No es para más. Y tampoco para menos.