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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:57

Neofascismo (I)

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

Una de las preguntas que más interesa hoy a las ciencias sociales es, a tenor de lo que ocurre por ejemplo en Grecia a tenor del auge de ‘Amanecer Dorado’ y de la brutal política de desmantelamiento del Estado de Bienestar en ese país y en otros como  el nuestro, si puede haber un auge del llamado Neofascismo. Y tal vez, lo primero que hay que decir es que el concepto de Neofascismo es sumamente vago e impreciso.

En primer lugar conviene señalar que la mayoría de estudiosos coincidían hasta hace poco en la imposibilidad de un resurgimiento del Fascismo en su forma clásica. Así, Payne señalaba que  el mundo de la postguerra en Europa Occidental, con el Estado de Bienestar, mitigó en gran parte las tensiones sociales que propiciaron el ascenso del Fascismo en el periodo de entreguerras. Y que además un materialismo humanista excluyó tanto el antiguo idealismo como el vitalismo. Continuaba Payne diciendo que tras la II Guerra Mundial se consolidaron regímenes democráticos en la mayor parte de países europeos, en que se daba una crisis de autoridad generalizada en el mundo occidental, y en que las normas de igualdad son hoy en día ampliamente aceptadas. Además, hay un individualismo y una atomización social crecientes, que coincide con formas de socialización cada vez más sofisticadas, por lo que no se excluyen. Sin embargo, las circunstancias de las que hablaba Payne han cambiado en buena medida; así hay crecientes tensiones sociales por el desmantelamiento del Estado de Bienestar, y existe cierto consenso en que el funcionamiento de la Democracia occidental no es otra cosa que la legitimación política de la actuación de las llamadas élites extractivas. En este sentido, actúan a favor del Neofascismo estos hechos, aunque es cierto que lo frenan la atomización, la crisis general del concepto de autoridad, etc.

Esto por un lado. Pero es que los autores marxistas señalaban tradicionalmente también que el Capitalismo no se encuentra en peligro ni hay un ascenso revolucionario del movimiento obrero, como después de la I Guerra Mundial, por lo que según ellos el Capitalismo no tiene que buscar soluciones de emergencia como entonces. ¿Seguirá ocurriendo lo mismo en el futuro cercano?

En cualquier caso, si de forma clara no hay fascismos a la vista, tampoco hay razones para sentirse tranquilos;  Y es que hay algo nuevo, que podemos o no llamar Neofascismo, que presenta rasgos inquietantes y comunes con aquel movimiento de entreguerras.