Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
Tras el Crack del 29 y la Gran Depresión, el liberalismo económico, que había fracasado en su ortodoxia de no-intervención, entró en decadencia y fue sustituido por el paradigma económico keynesiano. Lógico y normal. Lo que no es ni lógico ni normal, y tal vez llame por ello tanto la atención, es que en esta brutal crisis económica en la que estamos inmersos, y que en muchos aspectos es superior a la del 29, se siga manteniendo incólume como paradigma dominante el pensamiento neoliberal.
Y es que, y cada día es más asfixiante el tema, la doctrina de Hayek, Friedman o Ayn Rand, y aunque ya no sean citados expresamente, es el pensamiento dominante y en muchos sentidos único. Es decir, la receta para salir del desastre es la misma que nos ha llevado a ese desastre.
En este sentido, llama la atención así mismo que apenas haya economistas de prestigio que se atrevan a defender abiertamente el neoliberalismo imperante. En el lado contrario, sin embargo encontramos a Premios Nobel como Stiglitz o Krugman, representantes del Neokeynesianismo, y que se han mostrado enormemente críticos con la política económica dominante; de hecho ellos han acuñado en buena medida el término ‘Austericidio’.
Así mismo, encontramos a Piketty, autor de esa gran obra llamada ‘El Capital en el Siglo XXI’, y que defiende que el sector público sea el motor de una distribución más justa de la riqueza, que los ricos paguen más impuestos y que es enormemente crítico con las políticas de austeridad dictadas desde la UE. Es decir, los mejores pensadores económicos de la actualidad se muestran contrarios a las políticas de austeridad dictadas por las Instituciones. Entonces, ¿por qué triunfa la ortodoxia Neocon, el Neoliberalismo que ha engendrado la Crisis? La respuesta tal vez sea la que Owen Jonen, el genial creador de esa magnífica obra llamada ‘Chavs’, avanza en su libro ‘The Establishment’; el yugo ideológico que las élites económicas y políticas, a través de sus variados instrumentos de propaganda y dominación, establecen y que hacen pasar por normalidad.
Así, según Jones “el recorte de impuestos a los ricos, la venta de recursos públicos, la reducción del Estado se han convertido en el mensaje, y todos los que se apartan son considerados unos excéntricos, y son estigmatizados y difamados”. La cuestión es por tanto, ¿hasta cuándo podrán seguir así? ¿Hasta cuándo aguantaremos? Y es que la realidad no se puede ocultar; es demasiado tozuda.
