Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
Patéticos. Son patéticos. Los grandes partidos españoles cada día que pasa rezuman un poco más de patetismo. Y a la cabeza de este ranking se sitúa el PP.
Veamos. Hace nada, la señora Català, consellera de Educación de nuestra Comunidad, anunció que los exámenes de septiembre se adelantarán a julio. Sin embargo, en Cantabria, los responsables educativos de esa comunidad han señalado que recuperarán los exámenes de septiembre para ser más eficaces. ¿Sabes ustedes quién gobierna en Cantabria? Pues el mismo partido que en la Comunidad Valenciana; el Partido Popular. El mismo partido además que a través de Sánchez Camacho lleva en su programa en Cataluña recuperar los exámenes de septiembre. Así están las cosas. Y éste tal vez sea un tema menor, pero que refleja muy bien en qué se han convertido los grandes partidos nacionales.
Siguiendo con el PP, más grave, mucho más grave es que el señor Monago, presidente de Extremadura y destacado líder del partido conservador, diga que va a bajar impuestos a sus ciudadanos. Lo hace al mismo tiempo que reclama todavía más dinero al Estado y veta cualquier reforma de un sistema de financiación autonómico que privilegia a los extremeños y discrimina notoriamente a los valencianos. Es decir, quiere bajar Monago impuestos a los extremeños a costa de que se nos suba al resto de los españoles.
En el caso del PSOE, la otra cara de ese Jano bifronte que son los dos grandes partidos españoles, podemos señalar por ejemplo la patética propuesta del PSC, respaldada por el PSPV, de quitar el Concierto económico vasco. Y digo patética, no sólo porque Ferraz y el PSE se han opuesto rápidamente; lo digo porque esa propuesta, viniendo de donde viene, no resulta nada creíble y no supone otra cosa que mero oportunismo.
Estos ejemplos, de los muchos que se dan, ilustran a la perfección la realidad de los grandes partidos; son meras franquicias a las que se acogen no sólo vividores, sino también las élites extractivas que quieren seguir controlando el chiringuito y que necesitan un paraguas para su labor. De ahí la ausencia de cualquier proyecto de país digno de ese nombre. Y es que las elites extractivas de nuestro Jano bifronte siempre se han caracterizado por su desinterés a todo lo que no sea mantener su dominio.