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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Un bote de clips

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

Hace unos días nos enteramos como en el Hospital General de Castellón, como consecuencia de los impagos de la Conselleria de Sanidad al proveedor de mantenimiento, treinta habitaciones habían sustituido los timbres de alarma por botes de plástico destinado a análisis de orina llenos de clips. Esa tremenda noticia complementa la realidad que se hizo patente el año pasado de la ausencia real de aire acondicionado en verano en las habitaciones de los enfermos, o que no se diese agua mineral a los pacientes.

Son estas cosas, que causan un gran y lógico alboroto mediático, parte de la estrategia de conmoción y terror que la Administración lleva a cabo para justificar sus brutales recortes. Y sin duda en esa estrategia pesa el programa que está desarrollando la derecha española, cada día más incívica y cavernaria, de desmantelar el Estado de Bienestar y de liquidar y privatizar la Sanidad Pública de nuestro país; la gran joya con la que cuenta España.

Y es que conviene recordar que tenemos el séptimo mejor sistema sanitario del mundo según un informe de la Organización Mundial de la Salud, muy por delante en el ranking de la posición que ocupan Alemania o Estados Unidos. Tenemos también que recordar que el nuestro es uno de los más baratos del mundo desarrollado,  y que las cifras cantan. Así, España sólo invierte en salud el 9,7 % del PIB, muchos menos que Francia, con el 11,8 %, Alemania o Estados Unidos, con el 17, 4%.

De hecho, el sistema público de salud le cuesta a cada español 1.500 euros al año, cuando a cada francés le cuesta 2.500 o a cada alemán 2.600 euros. Y por otro lado, según datos del Informe 2010 del Banco Mundial, con información de la OMS, Estados Unidos gasta anualmente, con un sistema en su mayor parte privatizado, 8.362 euros en salud por habitante, y sus habitantes tienen una esperanza de vida de 81 años. Alemania, por su parte, gasta al año en sanidad 4.668 euros por habitante, y la esperanza de vida de sus ciudadanos es de 80 años.

Y España gasta sólo 2.883 euros al año en sanidad por habitante y la esperanza de vida es de 82 años. Éste es otro indicador de la tremenda eficiencia de nuestro sistema sanitario, un sistema sanitario público y universal, que a diferencia de Estados Unidos cubre a toda la población, y que se ha convertido en objeto de estudio en todo el mundo en cuanto a eficacia y calidad. Y que también se ha convertido en objeto de deseo de algunos cuantos vivales que pretenden hacer negocio con él. Y si no, que pregunten al señor Lamela y a la lideresa condesa.