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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 11:18

Totalitarismo invertido

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

Sheldon S Wolin, creador del concepto de ‘Totalitarismo Invertido’, definía el mismo como la combinación de un cuerpo legislador débil, un aparato legal que es a la vez complaciente y represivo, un sistema de partidos en que cada uno de ellos, en el poder o en la oposición, se dedica a mantener el sistema existente para favorecer a una clase dominante integrada por los ricos y poderosos.

Mientras, en ese ‘Totalitarismo Invertido’, se deja a los ciudadanos más pobres en la indefensión y se mantiene a las clases medias oscilando entre el miedo al paro y las expectativas, y se completa el esquema con unos medios de comunicación serviles y una máquina de propaganda desarrollada por instituciones conservadoras generosamente subvencionadas. En ese ‘Totalitarismo Invertido’ se promueve, como acertadamente señala el profesor Laborda, la despolitización envolviendo a la sociedad en una atmósfera de temor colectivo y de impotencia individual. ¿Verdad que nos suena? ¿Verdad que nos recuerda lo que ha sucedido en España?

En este sentido, tal vez convenga que tengamos presente como Robert Fisk, en un artículo de Diciembre del 2011, comparaba las revueltas árabes con las protestas de los jóvenes europeos y norteamericanos de ese año, como nuestro 15 M,  y como decía que “los bancos y las agencias de evaluación se han convertido en los dictadores de occidente, y como  a semejanza de los Mubaraks y Ben Alís creían ser los dueños de sus países”. Como señalaba Fisk, los partidos políticos entregaban el poder que han recibido de los votantes “a los bancos, los traficantes de derivados y las agencias de evaluación”, y “las elecciones han acabado siendo tan falsas como las que los árabes se veían obligados a repetir, década tras década, para ungir a los propietarios de la riqueza nacional”.

Es duro de escuchar pero es esencialmente cierto, y nos acerca más que nos aleja de los sufridos ciudadanos de los países tras el telón de Acero en la Guerra Fría. Y es que como señala Hudson, profesor de la Universidad de Missouri, la política de austeridad no es más que la acción de una nueva era de desigualdad “a medida de una oligarquía financiera que reemplaza a los gobiernos democráticos y somete a las poblaciones a una nueva servidumbre, ésta por deudas”. Más claro, el agua.

En definitiva, estamos ante un nuevo totalitarismo. Es por ello por lo que resulta casi un sarcasmo macabro que los poderosos que gobiernan ese totalitarismo nos quieran con miedo. ¿Miedo al totalitarismo? ¿De verdad nos desprecian tanto?