Miguel Barrachina. Economista y vicepresidente del área económica de la Diputación de Castellón.
La ruptura, como el socialismo, genera pobreza.
No sé si finalmente se celebra o no el referéndum independentista, ellos tampoco, pero sea cual sea el desenlace final parte del daño ya esta hecho.
La ruptura de cualquier territorio genera perdidas de todo tipo; relaciones familiares y afectivas, recursos naturales compartidos –el Ebro pasa por otras seis autonomías antes de llegar a Tarragona-, vías de comunicación, moneda,…, desgraciadamente sólo se pueden cuantificar perdidas en términos económicos y estas son ya evidentes.
En cualquier elevación de nuevas fronteras todos pierden, pero obviamente más la parte pequeña, en este caso Cataluña es el 16% de la población y el 6% del territorio español. Se estima que en la autonomía escindida rentas y salarios caerían un 10% y en el resto de la Nación un 2%.
Hoy Cataluña ya es más pobre que antes de iniciar este ataque a la Constitución, que en aquella hermosa tierra respaldó el 91% de los ciudadanos.
Así, la incertidumbre, el decidido desacato a las leyes, y la posibilidad de tener un mercado más pequeño ha provocado ya que en el primer semestre de 2014 la inversión extranjera se reduzca a 523 millones, frente a 1.267 del mismo periodo de 2013 y los 1.156 de 2012, son caídas respectivas del 66% y el 50% justamente cuando este año estamos creciendo y los previos en recesión.
Es todavía más elocuente el dato si lo comparamos con Madrid que, con un millón menos de habitantes y la cuarta parte de territorio, sextuplica a Cataluña en llegada de inversión extranjera con 3.093 millones.
Igual sucede con las inversiones catalanas en el exterior que se han colocado en 2014 en mínimos de los últimos 17 años.
Ha sido además, Cataluña, que goza de mejor financiación que Comunitat Valenciana, Murcia o Baleares, la autonomía que suma una mayor deuda con 61.000 millones y la que mayor uso del rescate nacional esta haciendo, con 6.473 millones en 2014.
Es cierto que parte de estos datos negativos se deben no sólo al efecto ruptura, sino como dice el presidente de los empresarios Joan Rosell “la gestión económica de Cataluña no ha sido mala, ha sido catastrófica”.
El propio Consell per a la Transiciò Nacional cifra en un coste “mensual” de 4.500 millones de euros una secesión no pactada.
Por eso junto al PP de Tarragona hemos puesto en marcha la campaña #JuntsSenseFronteres para manifestar que los vínculos económicos, familiares, religiosos y de todo tipo que nos unen, al menos desde la antigua Hispania Romana, no pueden romperse sin enorme daño para todos.