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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Aznar y el derecho a opinar

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Al atardecer del martes 21 de mayo, y como un regalo en mi cuadragésimo tercer aniversario de boda, Aznar reapareció en Antena 3, entrevistado al alimón por Gloria Lomana, la periodista Prego y su compañero de profesión Maluenda.

Se trataba simplemente de ponerse en contacto con los españoles, para trasmitirnos sus puntos de vista sobre la situación actual de España.

Fue un tiempo de calidad, con un ex presidente del Gobierno inteligente, moderado y sereno, que con una exquisita educación y un respeto excepcional supo trasmitir sus  opiniones siempre ponderadas y atinadas.

Era algo así como la voz de la conciencia de millones de españoles que habíamos votado al Partido Popular, convencidos de que el programa electoral que nos ofrecía y las promesas comprometidas durante la campaña iban a hacerse realidad una vez alcanzado el Gobierno con mayoría absoluta.

Tras año y medio de esperanzas incumplidas, Aznar con la mayor suavidad y educación posible explicaba a sus entrevistadores sus frustraciones, que no eran ni más ni menos que las que hubiéramos expuesto millones de españoles de poder hacerlo.

Era algo así como un soplo aire de fresco, de sinceridad desde el respeto, reconviniendo a Rajoy algunos de los contrasentidos de sus actuaciones en relación a sus promesas electorales.

Nada nuevo bajo el sol, pero con una valoración muy especial, por venir de quien venía.

Le invitaba a bajar los impuestos e incentivar la actividad económica para motivar la creación de puestos de trabajo productivos, desde la iniciativa privada.

Yo hubiera añadido la necesidad de eliminar empresas nacidas para colocar a afiliados o simpatizantes de su partido y del socialismo que le precedió, pero con un tacto excesivo Aznar no quiso meterse en esos berenjenales.

También hubiera pedido el desmontaje de los 17 reinos de taifas, que desangran a España, de una forma innoble y miserable.

Así pues en mi opinión, nada que objetar a la comparecencia de Aznar en Antena 3.

Lo chocante viene a continuación con las reacciones desde todos los frentes, atacando a Aznar tanto socialistas, como comunistas, sindicalistas y nacionalistas de todo pelaje.

Al menos Rajoy dio la callada por respuesta, correspondiendo a la elegancia  con elegancia.

El mejor presidente de Gobierno de la joven democracia española, únicamente había venido a incidir, en los aspectos mejorables de las decisiones del Gobierno, tales como el perfeccionamiento de la reforma laboral (iniciada, pero no culminada totalmente), la excesiva tolerancia con los independentistas, la bajada de impuestos, tomar las medidas necesarias para la creación de puestos de trabajo, y en general todo aquello que ayudara,  para acabar con la lacra de mas de seis millones de personas sin trabajo.

Lo hizo con tal convicción y tan bien argumentado que dejaba poco lugar a las dudas.

Además tenía toda la autoridad moral para hacerlo, ya que en 1996, se había encontrado una España a la que Felipe González dejaba  tan arruinada como la que dejó Zapatero con sólo 12 millones de españoles trabajadores activos, y en 2004 la dejó con 18 millones de españoles con el puesto de trabajo asegurado, aumentando en sólo ocho años en un 50 % la fuerza laboral española.

Durante su mandato España creó más trabajo que ningún otro país de la Europa Comunitaria, mientras bajaba de forma consecutiva los impuestos, o sea que muy probablemente esa brillante creación de empleo se debiera a la bajada de impuestos, y sin la menor duda también a una coyuntura económica mas favorable.

Aunque en estos casos, siempre queda la duda de “¿qué es el huevo y que la gallina?”.

Los partidos políticos de izquierdas y los medios de difusión a su servicio, han reaccionado con saña, en contra de Aznar.

Y la Sra. Valenciano, cuyo valedor el Sr. Rubalcaba ya estaba viviendo de la política cuando Aznar andaba a gatas, ha hablado de él como “del túnel del tiempo”, sin percatarse que kilómetros por delante de Aznar iba ya su jefe de filas, y enterrador del PSOE.

Pero estoy convencido de que los millones de votantes que se le salen del capazo a Rajoy, nos sentimos perfectamente identificados con los postulados de Aznar, y por eso le recomiendo al ilustre gallego que reflexione y recapacite sobre los detalles que apuntó su valedor, ya si le hace caso, podrá recuperar lo que él no ha sabido conservar con su política de indefiniciones y lugares comunes, completamente alejados de sus promesas incumplidas.