Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.
Más vale tarde que nunca.
Pero en este caso, la tardanza ha sido excesiva, y aparentemente improductiva.
El Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha esperado al final de su mandato para decirnos a los españoles lo que muchos de nosotros hemos denunciado permanentemente en nuestras columnas y comentarios desde hace más de cinco años, sin interrupción.
Que Miguel Ángel Fernández Ordóñez llevaba queriendo ignorar los informes de los Inspectores del Banco de España, que le llegaban a su mesa, era sabido por la mayoría de los españoles medianamente informados, porque algunos de esos inspectores no tuvieron el menor inconveniente en decirlo públicamente.
Todos sabíamos que las Cajas de Ahorros, manejadas por el poder político de cada autonomía, era algo así como una ‘Confederación de Cuevas de Ali Babá’ y que estaban agonizando gracias a la impericia e inmoralidad de sus Consejos de Administración, con la tolerante aquiescencia de quienes tenían la obligación estatutaria y administrativa de controlar todos sus movimientos.
Los Gobiernos de Zapatero, le mentían a la Comisión, como nos mentían a nosotros.
Nunca sabremos si esa indolencia en el control de las Cajas por el Gobernador del Banco de España, era imputable a MAFO, o nacía de instancias superiores que le obligaban a mirar hacia otro lado, mientras cada una de ellas se iba hundiendo en una situación de quiebra total, pero lo indudable es que todo eso era evidente y palpable, y sin embargo ni entonces se hizo nada por evitarlo, ni hoy ha caído todavía el peso de Ley y de la Justicia, sobre las espaldas de los responsables de tan gran desbarajuste.
¿Qué pretende ahora, Durao Barroso, el momento de su adiós?
No parece que haya entonado un “mea culpa” avergonzado de su actuación.
Tampoco ha dicho de que forma se debería de encausar, juzgar y condenar a los responsables tan lamentables actuaciones, que hemos tenido que pagar todos los españoles con nuestros impuestos, sin que de momento hayamos podido tener la satisfacción de ver como los ladrones, malversadores o cómplices necesarios e imprescindibles de tanta iniquidad, devolvían lo robado y pagaban con cárcel todos sus delitos.
Y por eso toda esa manada de ladrones e irresponsables siguen sintiéndose inmunes y siguen durmiendo tranquilos en sus camas y en sus casas, esperando que todos sus delitos prescriban, antes de ser juzgados.
Lamento decirle al Sr. Durao Barroso, que para ese viaje, no hacían falta tantas alforjas, y lo que nos ha dicho ya lo sabíamos, pero no nos ha solucionado el tema.