Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.
No creo descubrir nada nuevo, si les digo que nuestros políticos de izquierdas, han tenido siempre una querencia muy especial por condicionar la gestión de la mayoría de las actividades desde el sector público, en tanto que los partidos de derechas y muy especialmente el Partido Popular del Presidente Aznar llevó a cabo un cambio radical cuando entró a Gobernar.
Procuró privatizar no tanto la propiedad, sino la gestión de muchas empresas estatales, convencido de que las cuentas de resultados de aquellas empresas públicas que le resultaban muy gravosas al erario público, podrían gestionarse mas racionalmente desde la iniciativa privada, y así se diversificó por ejemplo dentro de Renfe, en varias subsidiarias de trasporte de personal, de mercancías e infraestructura viaria como caso mas evidente.
También Iberia, Campsa y Telefónica, pasaron por procesos de reconversión similares, acabando por sacarse sus acciones a Bolsa aunque en algunas de ellas el Estado se reservó la llamada acción de oro, que dejaba en manos del Estado la política estratégica.
Otras muchas empresas del antiguo INI (Instituto Nacional de Industria) pasaron por un proceso similar y ahora más de un cuarto de siglo después, nos encontramos con que muchas de esas Empresas están situadas entre las primeras multinacionales europeas en cada uno de sus sectores, con unos niveles de capitalización óptimos.
Entonces como ahora, las izquierdas pusieron el grito en el cielo, acusando al Gobierno de un supuesto nepotismo hacia sus empresarios adictos, pero todo quedó en un llanto y crujir de dientes de unos políticos, que siempre habían utilizado esas empresas públicas como nidos de colocación para sus cargos públicos políticos y sindicales.
En Andalucía se ha perpetuado a través de los años, y esa es sin duda la razón del atraso ancestral de esa región española, junto a Extremadura.
Allí el clientelismo llevado a cabo a través del PER y mas tarde de todos los ERES manipulados y distorsionados por las Instituciones Públicas con los cursos de formación y subvenciones incontroladas, le han permitido al PSOE con el apoyo del Partido Comunista primero y de Izquierda Unida después, mantener sus Reinos de Taifas Socialistas.
Los recientes acontecimientos descubiertos la semana pasada en la sede del PSOE en Alberique, cuando el Comisionado del Hospital de la Ribera de Alzira, José Sanfeliu, en presencia de altos cargos de la Conselleria de Sanidad tuvo la desfachatez de pedirle a los afiliados al partido, que en unos 488 días, se acabaría la Gestión Privada de dicho Hospital y se iban a despedir a varios cientos de trabajadores y se abriría una Bolsa de Trabajo de la Ribera en la que deberían de inscribirse los familiares, amigos y simpatizantes socialistas demuestran el talante del propio partido y de sus socios en la Coalición del Gobierno del Tripartito.
Si esta es la versión sanitaria, la educativa no es menos repulsiva.
En educación, pretenden acabar con la Enseñanza Concertada, cuyo costo a las arcas públicas es muy inferior a la Enseñanza Pública como se ha demostrado palmariamente de todos los modos posibles, exactamente con el mismo propósito.
Colocar a sus ‘familiares, amigos y simpatizantes’ a través de las mismas bolsas de trabajo, que sacaran para darle el tono de neutralidad que quieran, pero encima de que vamos a tener que sufragar con nuestros impuestos el sensible incremento de los costos, se nos va a privar del derecho de elegir el tipo de Educación que queremos para nuestro hijos.
Y es que si la consellera Montón ha sido nefasta, y ya ha sido cogida en falta en varios casos de nepotismo evidente, además del ridículo y lamentable incidente del Hospital de la Rivera, Vicent Marzà no pasa una sola semana sin que deje de ‘meter la pata’ en su afán de protagonismo encadenando una estupidez tras otra.
¿Comprenden ustedes las razones de peso, que les impulsan a querer que toda la Educación y Sanidad de la Comunidad Valenciana sean Públicas?
Yo ya lo tenía muy claro desde hace años.
De no ser así… Marzà seguiría de maestro en su pueblo, con mucha suerte, y Carmen Montón en cualquier despacho como triste funcionaria sin más expectativas que cumplir su horario laboral.
Claro que, analizados los ‘curriculums profesionales’ de Puig, Oltra y Montiel, poco más se podía esperar del Gobierno de la Generalidad.
