Juan Teodoro Vidal. Químico.
Esta semana, Barack Obama ha nombrado al nuevo Secretario de Defensa de los Estados Unidos: Ashton Carter, físico, que antes ya fue Subsecretario de Defensa. Bajo su mando estará la más poderosa fuerza militar: el Ejército, la Armada y las Fuerzas Aéreas de USA, así como cuatro servicios nacionales de inteligencia y otros organismos, completando un total, entre militares y civiles de 3 millones de personas y un presupuesto anual del orden de 600 'billones' de dólares, la mitad del PIB español, por poner una referencia.
La defensa nacional es una de las funciones básicas de los estados. La geopolítica se parece bastante a la meteorología en el sentido de que los grandes imperios o naciones actúan como un poderoso anticiclón protegiendo su país y aliados, de forma que los conflictos ocurren generalmente en su periferia, del mismo modo que las precipitaciones ocurren alejadas del anticiclón, en las bajas presiones.
La política de defensa de Obama se está caracterizando por la poca determinación, y actitud 'buenista', 'de entrada', que ha de corregirse luego con la fuerza, impuesta por la realidad, como en Afganistán e Irak, en donde USA ha tenido que volver a reforzar sus posiciones, cuando estaba previsto que terminara su misión. La irrupción del IS en la zona obligará previsiblemente a una larga estancia y al uso del más perseverante y efectivo dispositivo militar disponible.
Las 'dudas' en lo militar no son buenas. Le costaron al, hasta entonces victorioso, Anibal quedarse parado frente a Roma, a punto de conquistarla, y acabaron siendo el principio del fin para su Cartago natal. Por el contrario, un arrollador Alejandro Magno, desde su pequeño país, Macedonia, fue capaz de construir un grandioso imperio sobre las cenizas de sus enemigos, los persas, a los que derrotó sobradamente, y nunca más fueron ya un peligro para los griegos.
Más próximo que todo ello, vivimos la determinación de Reagan, que sin usar el ejército, con su llamada 'Guerra de las Galaxias', activando todo el poder tecnológico e industrial de USA, provocó el colapso final de una Unión Soviética, incapaz de mantener 'la carrera' con América, debilitada por el agotamiento de su sistema y la rebelión del sindicato Solidaridad en Polonia. Con ello terminó la Guerra Fría, librándonos a todos de una amenaza permanente.
Pero hemos heredado una cantidad enorme de armas nucleares de la Guerra Fría que están envejeciendo, y requieren costoso mantenimiento. Las mismas que hicieron de Estados Unidos un enorme 'anticiclón' en el sentido indicado arriba, y que afortunadamente no se emplean en guerras locales, por su devastadora capacidad de destrucción, y porque la mentalidad de la gente ha cambiado desde que se inventaron en los años 40.
Una tarea ingente y delicada tiene el nuevo Secretario de Defensa: reducir ese gigantesco arsenal nuclear propio, y de otros, y simultáneamente mantener la capacidad disuasoria y supremacía militar de USA, del que, queramos o no, depende la defensa de Europa.