Casimiro López. Obispo de la Diócesis Segorbe-Castellón.
Poco a poco se pone en marcha un nuevo curso, también en la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana, en sus servicios diocesanos, en sus comunidades parroquiales y religiosas, en sus movimientos, asociaciones y grupos. Al reemprender las tareas pastorales he convocado a todos cuantos formamos la porción del Pueblo de Dios, que es nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, a una Jornada diocesana de Apertura del Curso pastoral. Tendrá lugar, Dios mediante, el sábado 21 de septiembre en el Seminario Diocesano Mater Dei. A ella os invito a todos los cristianos católicos.
Nuestra oración y nuestra reflexión en este día se centrarán en la formación. Uno de los objetivos diocesanos para este curso es precisamente el cuidado de la formación de cuantos formamos la Iglesia diocesana y las comunidades parroquiales. Al hablar de formación nos referimos a la formación de que habla San Pablo a los Gálatas: "... hasta que Cristo se forme en vosotros" (Ga 4,19). Se trata de dejarnos conformar por y con Cristo, hasta llegar a la madurez de vida según la vocación bautismal de todos y la vocación específica -presbiteral, consagrada o laical- de cada uno, y según el ministerio y la tarea encomendada a cada uno en la Iglesia.
No podemos reducir la formación a su dimensión doctrinal, aunque ciertamente ésta es muy importante y la incluye, pues hemos de conocer a Jesucristo y su Evangelio en la tradición viva de la Iglesia; hemos de saber darnos y dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. Se trata, más bien, de una formación integral e integradora de las dimensiones espiritual, humana, comunitaria, pastoral, misionera y evangelizadora, que ha de cuidar todo cristiano. En una palabra, se trata de crecer como verdaderos creyentes discípulos y testigos del Señor al servicio de la misión de la Iglesia, que hoy toma la forma de la nueva evangelización. Sin cristianos de verdad no habrá comunidades vivas y evangelizadoras.
No olvidemos, sin embargo, que es el Señor quien construye su casa -la Iglesia- y hace de los bautizados 'piedras vivas' de ella mediante la acción eficaz de la gracia. De aquí que lo nuclear de la formación es la espiritualidad en la que hade vivir el discípulo: en una palabra, lo nuclear es el encuentro con Cristo que implica una experiencia trinitaria y eclesial. Fundamental para el cultivo de esta espiritualidad es, pues, dejar que Espíritu Santo actúe en cada uno, participar en la vida de fe de la Iglesia, en el Pan de la Palabra y de la Eucaristía, en la liturgia sacramental y no sacramental, la oración personal, comunitaria y familiar, la vida comunitaria misma, el testimonio de los pastores y de los religiosos y el encuentro con Jesucristo en los pobres.
Alguno podrá quizá pensar, con cierta dosis de cansancio y escepticismo, que se trata de una reunión más, ¿Por qué, pues, esta Jornada diocesana? Pensemos que un nuevo curso es, ante todo, un nuevo tiempo de gracia que Dios nos concede a todos para seguir caminando como Iglesia del Señor en la tarea de vivir y anunciar a Jesucristo y su Evangelio de Salvación. Antes de emprender las nuevas actividades es necesario, pues, orar juntos para escuchar la voz del Señor; y es igualmente oportuno reflexionar juntos sobre el camino que Él nos marca en las circunstancias actuales de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad. Hasta ese día os saludo a todos.