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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

La involución árabe

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Ni primavera ni leches. Lo que está ocurriendo en el mundo árabe es una profunda involución hacia esquemas de intolerancia islamista, que invade cada día más la geografía del mundo musulmán. El fenómeno viene de lejos, puede que incluso sea anterior a  la caída del sha de Persia, donde un régimen feudal dio paso a la autocracia clerical que recuerda nuestros regímenes teocráticos del medioevo.

Lo que está ocurriendo en Egipto es una guerra civil, donde lo de menos es el golpe militar y lo grave es la fractura ideológica de la sociedad egipcia en dos bandos, el bando laico y el clerical de los Hermanos Musulmanes. En toda guerra civil confluyen siempre muchos factores, pero hay dos que son siempre una constante. Existe un componente de miseria –no sólo económica- y otro componente ideológico. Ocurrió en la España del 36, como ocurre en la Venezuela chavista y ahora en Egipto, que es el escenario de una lucha a muerte entre una ideología política laica y moderna contra la visión oscurantista del fundamentalismo islámico. De cómo acabe este enfrentamiento va a depender el futuro del mundo árabe en general hacia horizontes de más o menos libertad o de represión ideológica y social. Está en juego la hegemonía de la democracia o de la teocracia, la misma dicotomía que en Europa nos llevó siglos para resolverla, y mal, en la Revolución Francesa. Veremos en qué acaba lo de Egipto, que era hasta ahora el país árabe de mentalidad más secular. El fundamentalismo islámico ha mordido fuerte en sus ímpetus de expansión por el Magreb. Una vez más Egipto, cuna de tanta cultura y madre de civilizaciones se convierte en laboratorio de experimentación, aunque esta vez de estos intolerantes que han cosificado el Islam en un instrumento de control de las masas populares y excluidas de los beneficios de los petrodólares.

Qué papel juegan en todo esta movida involucionista los países árabes de la OPEP está por ver. Pero un programa tan minucioso y perseverante de radicalizar al Islam no es algo espontáneo ni, mucho menos, imprevisto. Se habla mucho del Mossad y de la CIA, pero muy poco de los servicios de inteligencia árabe. Con premeditación y alevosía alguien está moviendo los hilos para que una vez más, tal como denunció Marx, la religión sea otra vez el opio adormecedor de las masas. Reagan y la familia Bush también intentaron manipular el hecho religioso como medio de contención de los movimientos revolucionarios en el continente sur. Y el propio Gadafi, nada religioso, se hizo beato musulmán con el tiempo y a medida que crecía su poder económico. Que nadie se llame a engaño. Esos fanáticos que castigan la blasfemia con la pena de muerte son los que usan el nombre Alá en vano, para que en su nombre las masas famélicas y esclavizadas no se rebelen contra las oligarquías que controlan los petrodólares.