María España. Concejal del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Castellón.
Durante los próximos días, en las celebraciones del carnaval, a lo largo y ancho de nuestra ciudad, veremos los municipios llenarse de máscaras de todas las formas y colores, una superposición de capas con las que esconder el verdadero yo, que ayudan a aparentar ser, con más facilidad, lo que no se es.
En nuestra comunidad, desde el 24 de Mayo de 2015 contamos con dirigentes expertos en el tema que no necesitan de antifaz para parecer lo que no son pues, han perfeccionando este arte día a día, escondiendo realidades de partidos totalmente desnortados y sin proyecto tras una apariencia complaciente ante la ciudadanía. Nueva política, la de querer quedar bien con todos, la de anunciar solamente aquello que es más popular, enseñando a cada cual lo que quiere ver pero escondiendo lo que no conviene que se sepa.
Evidentemente, queda mucho mejor cara a la ciudadanía un anuncio de pago, enmarcado en un programa desastre como xarxallibres, que explicar el colapso administrativo que están sufriendo los ayuntamientos, pese no haber tenido una plena participación y que ha producido tanto el retraso en el ingreso de las cantidades correspondientes a cada familia como un coste adicional que sale del bolsillo de todos los ciudadanos; así como intentar justificar el pasar por alto los informes negativos de técnicos e intervención de los municipios participantes.
Por no hablar de que hay cosas más agradables al oído que escuchar que en la segunda fase del plan, a alguien le tocará hacer de doña Cuaresma y decirle a don Carnal que después de tanta diversión, sus libros no servirán y por tanto, poder ser culpabilizada de que el otro no va a cobrar. ¿Quién hará de verdugo y asumirá la tarea? ¿Se impondrá la dedocracia? ¿Nos podremos negar? Seguimos sin respuestas y, ellos, mientras tanto jugando a cambiar y anunciar.
Aparentemente ¿todo es bonito?, aparentemente ¿nada va mal?, pero hay muchas cosas que ocultan debajo de su disfraz. Cinco meses los colegios públicos llevan ya sin cobrar, pero esto parece que no importa, pues ni nuestros gobernantes municipales lo quieren reclamar. Mientras sigan aparentando, aquí no ha pasado `na’. Pero un día no muy lejano, comedores cerrarán, entonces, igual tenemos libros, pero hambre tendremos más.