Antonia García Valls. Portavoz del PSPV en el Ayuntamiento de la Vall d'Uixó.
El pasado jueves, en un programa de televisión, salió la Señora Paquita. Una persona que había trabajado toda su vida; que seguramente tenía menos estudios de los que hubiera deseado, pero con una sensatez y una dignidad, que ya la quisieran para sí, muchos que van por la vida dando lecciones de todo a todo el mundo.
De sus palabras podemos extraer el estado de ánimo en el que se encuentra gran parte de la ciudadanía en nuestro país. Una situación de angustia, de inseguridad que es absolutamente inmerecida. Los gobiernos de los países que no garantizan la seguridad de las personas que viven en él, no merecen ni llamarse gobiernos. Y cuando me refiero a seguridad, no estoy hablando de policías y ladrones. Se trata de tener la seguridad de que, si nos falla lo más importante, la salud, tendremos acceso a los tratamientos, del tipo que sean y con independencia del dinero que tengamos. Como hasta ahora.
Se trata de tener la certeza de que si nos sentimos atacados en nuestros derechos, podemos acudir a la justicia y tener la posibilidad de defensa, con independencia del dinero que tengamos.
Se trata de tener garantías de que nuestros hijos e hijas podrán tener la educación que necesitan para poder desenvolverse en la vida y poder construir su propio proyecto profesional y personal, con independencia del dinero que tengamos.
Estas cuestiones que, en algún momento, podrían haber parecido obviedades, hoy no lo son tanto. Hoy, con las políticas de Rajoy, estamos abocados a vivir con inseguridades y con angustia. Unas inseguridades y una angustia que ya padecieron nuestros abuelos y nuestros padres y que pensábamos olvidadas. Pero han vuelto y nos envuelven, y esto es absolutamente peligroso para nuestro país. La inseguridad, la angustia, la incertidumbre y la desconfianza no hacen progresar a un país, más bien, todo lo contrario.
Por ello, deberíamos reflexionar. La Señora Paquita ha vivido muchas cosas, es una persona mayor. Pero los jóvenes, que sólo han vivido en la abundancia, deben ser conscientes de que no vamos por buen camino, de que, seguramente, las cosas no volverán a ser como eran; pero que, en cualquier caso, deben marcarse prioridades, y la seguridad, la de los jóvenes, la de los mayores, la de las mujeres, la de los niños y niñas, debe estar en el primer lugar de la acción de cualquier gobernante.
Si las palabras de la Señora Paquita no sirven para que reflexionemos, para que reflexionen, sobre todo, los que toman las decisiones, estamos abocados al fracaso como país. No me gustaría que eso pasara.
Por ello, dadas las fechas, aprovecho para desear que, aquellos que deciden, que lo hagan con la cabeza y con el corazón, y no sólo con el bolsillo, con el propio y con el de los amigos. Por todos y por todas, pero sobre todo por todas las Señoras Paquita que hay en nuestro país.