Rafa Cerdá Torres. Abogado.
Agradezco al Obispo de Córdoba, don Demetrio Fernández, el título de este aspirante a artículo con el que les aburro cada cierto tiempo; el buen sacerdote regaló los oídos de sus feligreses con la consideración de 'aquelarre químico de laboratorio' refiriéndose a las técnicas de fecundación 'in vitro' destinadas a la concepción de óvulos para su posterior implante en el útero de la futura madre. Una técnica prodigiosa de la ciencia, que ha resuelto el problema de situaciones de infertilidad a decenas de miles de parejas.
A pesar de mi admiración profunda respecto a la posición doctrinal que la Iglesia Católica posee sobre multitud de temas y controversias suscitadas en el campo de la Ética, y que se derivan de los enormes avances técnicos y científicos contemporáneos, no deja de asombrarme el cerrazón mental y la supina ignorancia que se acreditan con declaraciones como las realizadas por el susodicho Obispo.
‘Muchos aquelarres químicos de laboratorio’ también han generado avances en los tratamientos contra los diversos tumores cancerígenos, enfermedades degenerativas y restantes patologías que afectan a millones de personas, cuyas vidas se ven segadas por enfermedades cuya cura definitiva no acaba de encontrarse. Estos avances supongo que no se verán rechazados por el señor Fernández, a quien recuerdo que desempeña su ministerio pastoral en el siglo XXI, no en épocas pretéritas felizmente superadas.
Lo triste es que el recién estrenado año 2016, alumbra situaciones propias de "aquelarres": el sorpresivo giro que la situación catalana ha tomado, con la salida de Artur Más y la irrupción del actual alcalde de Girona, Carles Puigdemont como virtual nuevo President de la Generalitat, tras tres meses de esperpento entre los ultra izquierdistas de la C.U.P y la plataforma Junts pel Sí.
En un estilo muy similar, el líder socialista Pedro Sánchez pretende configurar un Gobierno poliédrico a base reunir una amalgama de siglas, en lugar de conformar un Gobierno de Unidad Nacional junto al Partido Popular y Ciudadanos con vistas a resolver el mayor desafío a la integridad territorial y constitucional de España en su Historia reciente. Mientras la gravedad de la situación nacional requiere de medidas amplias de consenso político, algunos actores del escenario político demuestran una estrechez de miras propias del Ilustre Obispo de Córdoba.
Y mientras tanto, esta España nuestra, por tantos invocada pero por nadie defendida, sigue adelante a pesar del puzzle surgido de las últimas elecciones del 20 de Diciembre. No es hora de ‘aquelarres’, es tiempo de esfuerzos y de pactos, sobre la base de los principios constitucionales que han consagrado el mayor éxito político, económico y social de España en los últimos doscientos años. El espíritu de concordia y consenso demostrado por las distintas fuerzas políticas en los difíciles años de la Transición, deber ser rescatados para la necesaria reforma de la Constitución de 1978.
En lugar de ello, nos distraemos en considerar si las cabalgatas de Reyes o si las recientes celebraciones navideñas llevadas a cabo por los nuevos Ayuntamientos, son simplemente un esperpento, una renovación de costumbres o una mera demostración de hacer el ridículo enarbolando grandes principios.
Lo dicho: todo un aquelarre este inicio de 2016, durante el cual ignoro si nuestros problemas se solventarán. Pero eso sí, entretenidos, estaremos un rato largo.