Rafa Cerdá Torres. Abogado.
De nuevo el terrorismo yihadista ha lanzado su espiral de odio y muerte sobre Europa. París, uno de los enclaves más punteros del Viejo Continente, y todo un referente a nivel cultural e histórico a nivel mundial, ha visto manchadas su calles con la sangre de 129 personas (siempre que el relato de víctimas no aumente) y de decenas de inocentes ciudadanos. La fecha del catorce de noviembre de 2015 queda registrada como un capítulo más de la Historia de la Infamia.
Una infernal estrategia ejecutada por varios terroristas y acometida de forma simultánea, se llevó por delante mediante tiros y bombas a gente cuyo único delito era encontrarse en el peor escenario. Una triste jugada del azar llevó a personas que se encontraban disfrutando de una tranquila cena o de un esperado concierto, a toparse frente a unos asesinos terroristas.
Ahora todos los esfuerzos y energías deben encauzarse en arropar y atender a las familias y amigos de las víctimas de los atentados en París. Tiempo habrá de efectuar los análisis necesarios de la situación, y adoptar las oportunas medidas de seguridad. La casi unánime reacción de condena internacional supone una firme esperanza que toda medida destinada a combatir el terrorismo yihadista, se aplicará de forma conjunta y acordada por los principales actores de la comunidad internacional. Exceptuando la diarrea mental de algún "iluminado", y al que ni vale la pena mentar, las reacciones en nuestro país han sido acordes y solidarias con la gravísima herida sufrida por Francia.
Estamos en guerra. Si bien un nuevo tipo de guerra en los albores de este siglo XXI: no existen ya ejércitos, ni batallas ni tampoco escenarios bélicos concentrados en puntos geográficos concretos. En esta nueva guerra contra el terrorismo de corte internacional el enemigo es una sombra de odio siempre al acecho, compuesta por "soldados" a quienes no les importa morir matando a inocentes. Los nuevos campos de batalla son nuestras calles, las ciudades de Europa. Los terroristas del Estado Islámico y similares se nutren de fanáticos con ideología propia de nuestra peor Edad Media, pero provistos de la mejor tecnología del siglo XXI.
París se ha erigido como una trinchera más, dentro de una batalla contra un enemigo invisible. Los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, herencia universal de Francia al mundo se contraponen a la barbarie y al odio. Hillary Clinton, aspirante demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, efectuó una declaración que sintetiza de forma extraordinaria qué política debe seguirse contra los grupos del terrorismo yihadista: "Al Estado Islámico no hay que contenerlo. Hay que derrotarlo". De ello depende la seguridad de millones de personas.