Rafa Cerdá. Abogado.
Los terroristas de ETA nos perdonan de nuevo la vida. Calladitas las pistolas desde hace unos pocos años, la cúpula etarra pretende congraciarse con el mundo a través de una simulación de ‘desarme’.
Una parida mediática consistente en dar a conocer a unos señores denominados ‘mediadores’, los enclaves en donde se guardan pistolas, bombas y demás herramientas de trabajo de los terroristas.
Pura propaganda que intenta enmascarar el total fracaso de los etarras; ni uno solo de los objetivos políticos que perseguía ETA se ha cumplido, por mucho que el entorno político favorable a los asesinos se empecine en construir un relato que se da de bruces con la realidad.
ETA ha sido derrotada. No hay más que considerar. El aporte a la historia del pueblo vasco se resume en un torrente de sangre, muerte, sufrimiento y extorsión. Durante más de cuarenta años, ETA ha golpeado a la sociedad española, causando mucho daño, pero no le ha servido de nada.
La valoración política del fenómeno etarra se tratará desde multitud de ámbitos y sectores; brillando tanto la inteligencia como la polémica, pero también la miseria, como bien se ha constatado en ciertas opiniones vertidas en la red social Twitter durante últimos tiempos (mucho cebarse con la muerte de Carrero Blanco así como las secuelas sufridas por víctimas como Irene Villa o el secuestrado Ortega Lara, pero esos mismos genios pasan de largo a la hora de cebarse con asesinos vivitos y coleando...).
La verdadera victoria sobre ETA no ha venido sólo de la excelente actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a través de una impecable (e implacable) presión sobre todas las formas de expresión que la faz del terrorismo ha mostrado (entramados financieros, actividades de extorsión, movimiento asociativo, etcétera), la soberbia demostración de dignidad y valentía llevada a cabo por las centenares de familias que han visto a hijos, maridos, mujeres, amigos, padres y madres, abuelos, nietos,...desaparecer en un momento por la acción de un coche bomba o el disparo en la nuca. Víctimas de unos asesinos que jamás han respondido con odio al mensaje de muerte ‘ofrecido’ por ETA.
Concluyo reconociendo mi escasa capacidad argumental para sintetizar el final definitivo de una mafia asesina, únicamente obtengo las siguientes
Agur ‘hijos de puta’, pudriros en vuestro odio.