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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:03

Los más dignos

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

Una nueva fecha se anota con tinta de sangre en las páginas del Libro de la Infamia: durante la jornada del pasado día 11, cuando dos agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado, Jorge García Tudela e Isidro Gabino San Martín, murieron asesinados a resultas del ataque terrorista perpetrado por integrantes relacionados con el Estado Islámico, contra las instalaciones de la embajada española en Kabul, capital del lejano Afganistán. Estos valientes tenían encomendada la misión de proteger la integridad y la vida del personal diplomático presente en la embajada, todos ciudadanos españoles. Han dado su vida por salvar la libertad y seguridad de nuestros compatriotas.

Esta terrible noticia, casi ha pasado de puntillas en medio del fragor de la campaña electoral en la que estamos inmersos, como si la noticia provocara recelos y antiguos temores a formaciones de rancio abolengo electoral, pero nula memoria. Las formaciones emergentes, a lo suyo, mucho puño cerrado y mucho happy flower ignorante (o indiferente que es peor) del horror terrorista que amenaza a todo el planeta. ¡Menuda diferencia con la reacción política y popular suscitada en Francia por hechos muy parecidos!...

Pero permítame que deje de lado cualquier valoración propia respecto a estos salvajes asesinatos; nadie ha sabido expresar con mayor dignidad y sentimiento el daño irreparable de una pérdida como el hermano de unos de los dos asesinados: frente a las palabras de F. Rafael García Tudela no caben los discursos. Sólo la emoción contenida del mayor de los sacrificios: dar la vida por los demás. Por favor, léanlo despacio:

"Mi hermano menor Jorge perdió el viernes su vida en el atentado de Kabul junto con su compañero Gabi. Deja a su amada Gema y a sus dos ojos de la cara, Alejandro y Lucas, este último con tan sólo nueve años, sin olvidar a una madre, suegros, hermanos, cuñados, tíos, primos, compañeros y amigos, que ya no seremos nunca más presa de sus interminables abrazos y pegajosos besos, ya que mostraba su amor con la misma pasión y entrega que ponía a todo aquello que hacía en la vida. Mi hermano no murió por las balas o por las explosiones, Jorge murió por defender los valores en los que creía: su familia, su trabajo y una patria en libertad y justicia. Como Jorge, hay miles de personas que arriesgan su vida por estos mismos valores y que quizá nunca sean debidamente reconocidos.

Hoy, todos los medios se hacen eco de la noticia y los políticos hacen mención en sus mítines. Algunos ya apuntan  a sucumbir a la tentación de utilizar este hecho como un arma arrojadiza con la que obtener una ventaja en el proceso electoral. A éstos les ruego, que por favor, no manchen la memoria de un hombre de honor con su deshonor, que lo aparten de sus luchas cainitas impropias del pueblo que pretenden liderar. Siento envidia de la unidad del pueblo francés frente a la indignidad que aquí mostramos. Mi hermano murió asesinado por una barbarie contraria a todo en lo que él creía. Si hay que mejorar las condiciones de todos los que nos defienden, que se haga por una vez mostrando la unidad de un pueblo, todos juntos en una decisión única de combatir la sinrazón, y asegurar nuestras libertades y derechos frente a quienes nos las quieren arrebatar, pero ahora por favor dejen esto fuera de sus debates oportunistas.

Nadie obligó a Jorge a abordar esa misión, y nunca nadie le habrá oído quejarse de su equipamiento, ni por las condiciones de la embajada, etc. Él tenía una misión, y no dudaba en ejercerla hasta el final, porque el amor a su trabajo y su profesión no le permitiría hacerlo. Estoy seguro de que sólo se habrá ido con un reproche, y es el de no poder haber donado todos sus órganos para salvar más vidas, ya que ésa era su voluntad, y las circunstancias de su muerte no lo han hecho posible. Dentro de una semana, nadie se acordara de Jorge en los medios, ni los políticos en sus mítines (afortunadamente), pero su legado quedará en el ejemplo que nos dio a todos los que tuvimos la suerte de quererle y admirarle. En vida lo dio todo por todos, nunca se guardó nada para él. Ahora sólo espero y confío en que su país le devuelva al menos una parte de ese esfuerzo ocupándose de su viuda e hijos".