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jueves, 17 de abril de 2025 | Última actualización: 19:12

Otegui y su paz

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Rafa Cerdá. Abogado.

Curiosa coincidencia, mientras me encontraba disfrutando de unos días de vacaciones anticipadas en el País Vasco, se emitía por la Sexta el programa "Salvados" con un protagonista oriundo de esa maravillosa tierra color esmeralda. Arnaldo Otegui se sometía a las preguntas de Jordi Évole, con una templanza digna de elogio: reflexiones profundas, frases escogidas, tono adecuado y mucha, mucha poesía poética. ¡Qué transformación!...en épocas no tan lejanas, por el mero hecho de discrepar de los planteamientos del entrevistado Otegui, la maquinaria etarra bien que se encargaba de responder mediante el tiro a la nuca, la bomba en el coche, el secuestro y la extorsión. Al menos Otegui no agarra la pistola o llama a uno de los suyos, y pega un tiro al periodista o entrevistador (como le sucedió a José Luis López de Lacalle); ahora se contiene, y reconvertido en ‘hombre de paz’ (Pablo Iglesias dixit, y algunos otros también) responde, con la lección bien aprendida, a todo aquél que pretende realizarle una entrevista.

De la bala a la palabra. Vamos bien. Si es que hasta agradecer el gesto deberíamos. ¡Qué equivocados estábamos!, ¡todo era una cuestión de enfoque!...si los integrantes de la banda ETA en el fondo, no eran mala gente, un poco radicales pero si se les hubiera escuchado...

Ahora en serio: ¿Sufrimos un ataque de ‘mamonería’ colectiva o qué diantres nos pasa?, ¿cómo es posible que asistamos al ‘blanqueamiento’ de viles asesinos, ahora reconvertidos en simples activistas contra el sistema?, ¿la ausencia de centenares de inocentes asesinados no implica nada?, ¿no son ellos y ellas dignos de obtener calificativos de ‘víctimas de los hombres de paz’?... ¿de qué coño estamos hablando?

Pido disculpas por el uso de términos vulgares, pero me enciende comprobar el eco que obtiene la pretendidas declaraciones de un sujeto que únicamente por expresar algo obvio (sus ideales políticos), se omiten las acciones que él y sus secuaces llevaron a término durante cincuenta largos años sobre inocentes, sesgando vidas mediante la práctica del terrorismo. Ahora aluden a una ‘libertad’ qué bien se encargaron de cortarla a todo aquél que no pensara como ellos.

Menudo ‘hombre de paz’. Una paz bien sentida y silenciosa: la de los cementerios. Lugares donde reposan para la eternidad centenares de policías, militares, políticos, jueces, fiscales y ciudadanos, asesinados por ETA, y cuya dignidad y memoria se pasa por el arco del triunfo el sujeto éste: Arnaldo Otegui. Bien que se encargó el entrevistado Otegui durante muchos años, que en este país  se pronunciara una frase bien distinta: ‘Descanse en paz’.