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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:57

Nunca habla

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Rafa Cerdá. Abogado.

Seis años. Cuatro quilos. Y nunca habla. Con estas simples frases uno de los médicos que asisten a Salem Abdalá Isa, resume el estado de un niño yemení cuya vida pende de un hilo. Su avanzada  desnutrición provoca una verdadera carrera contrarreloj a fin de evitar que los estragos del hambre no devasten su sufriente organismo. Un chaval que sólo tiene seis años, cuya fotografía ha sido ampliamente difundida la pasada semana, recoge el horror de la miseria, los efectos de vida acabada antes de comenzar por culpa del hambre y la guerra.

Salem es un pellejo de huesos y carne, escuálido como un hilo de metal. Su única culpa recae en la triste fortuna de haber nacido en Yemen, el país situado en el extremo más meridional de la Península Arábiga, y que se encuentra destrozado por las luchas internas, el azote del terrorismo internacional y una férrea dictadura que no deja ninguna puerta a la esperanza. El hermano pobre de las potencias petrolíferas del Golfo Pérsico se desangra, mientras sus poderosos y ricos vecinos: Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, exhiben su poderío económico sustentado sobre el petróleo construyendo gigantescas urbes sobre el desierto, mientras al sur de sus fronteras todo la población de un país se muere por falta de alimentos. Derroche frente a inanición, ilustrativo contraste.

Busquen la fotografía de Salem si no han podido verla, anticipo que es muy dura. Imagínese a sus propios hijos postrados en ese estado, famélicos, sintiendo la misma sensación de hambre y a usted sin poder proporcionarle absolutamente ningún tipo de alimento. ¿Qué sentiría? Y no formulo una pregunta retórica, esa naciente impotencia y rabia que se despierta en su imaginación es la que sufren todos los días millones de padres en países como Yemen, Eritrea, Corea del Norte, Sudán del Sur, y tantos otros ‘puntos calientes’ del planeta. Escenarios de guerras olvidadas, con terribles imágenes que sólo escuecen nuestra volátil memoria cuando una simple fotografía de un niño es publicada en medios de comunicación. Pero no se preocupe, pronto la pura realidad en forma de Liga de fútbol, series de televisión y distracciones colectivas varias, nos evadirá del simple hecho que cada día, millones de niños se mueren de hambre. Como Salem.

Seis años. Cuatro quilos. Y nunca habla... ¿De qué le serviría? ¿Alguien responderá a su hambriento grito? ¿La muerte tal vez?