Rafa Cerdá Torres. Abogado.
De todas las noches del año, ninguna concita el grado de simpatía como la Noche de San Juan. Alejada del sentimentalismo ñoño y cierta sensibilidad nostálgica que a veces caracteriza a la Nochevieja, la Noche de San Juan supone una explosión de fuego y alegría, una verdadera celebración del tiempo de verano que por fin ha llegado. Personalmente, no me gustan los calores y las altas temperaturas que pesan como losas durante los meses de julio y agosto. Prefiero los días templados de un otoño que se comienza a vislumbrar cuando septiembre toca a su fin.
Sin embargo, con calores y bochornos, el verano ha llegado para quedarse, y es la única estación que permite celebrarse tanto de día como bien entrada la noche. Vivimos en una tierra privilegiada tanto por su clima sin extremos, como por las horas de sol que a lo largo de todo el año disfrutamos. La famosa "luz mediterránea" es una especialísima explosión de tonalidades y colores brillantes, y que sólo los artistas nacidos en estas tierras, como el genial pintor Joaquín Sorolla, han sabido plasmar. La victoria de un tiempo de luz y las largas jornadas estivales que se avecinan, junto con la llegada de las vacaciones (para grandes y niños), supone una oportunidad de revisar todo lo vivido en la primera mitad de este año 2013, sacando lo malo y consolidando lo mejor. Las hogueras suponen la mejor expresión de este anhelo de partir de cero para los próximos meses, y seguro que reforzados por la llegada del verano, los esfuerzos para alcanzar la tan deseada recuperación, acabarán dando sus frutos.
Bienvenido pues el verano, y con él la posibilidad de comenzar de nuevo, seguro que el año que viene se tendrán muchas cosas que celebrar. Feliz San Juan.
