Santiago Beltrán. Abogado.
¿Se imaginan a España con un gobierno de Podemos? ¿A Cataluña con el de ERC. Al País Vasco dirigida por Bildu. A la Comunidad Valenciana y a la madrileña con sendos ‘cuatripartitos’ de izquierda, con Compromís y la marca blanca de Podemos a la cabeza? ¿A los grandes Ayuntamientos en manos de pablos, pablitos y pabletes, como diría el otrora señor de los ondas deportivas, José María García?
Pues lean ustedes los periódicos de hoy mismo, y se darán cuenta que lo que parece una pesadilla, no es más que nuestra realidad a corto plazo. Dentro de apenas un año este escenario es posible, e incluso uno peor que está por venir con toda seguridad, sin que para afirmarlo contemos con poderes de adivinación.
Y puede ser peor, no porque varíe la intención de votos respecto de estos partidos, históricamente minoritarios cuando no nobeles, sino porque las mayorías que obtengan puedan servirles para gobernar sin alianzas. No será en todos los territorios y demarcaciones, pero cuidado, que el tiempo y los acontecimientos juegan a su favor.
Si alguien duda que los casos de corrupción se han agotado con los descubiertos las últimas semanas, o está mal informado, o su ingenuidad es proverbial. Quedan apenas siete meses para las elecciones municipales y autonómicas (puede que también para las generales) y es probable que el iceberg enseñe algo más de su punta. En este hipotético, pero más que previsible supuesto, la batalla electoral para los dos sempiternos partidos gobernantes de nuestra reciente democracia estará perdida.
Si a ello añadimos intervenciones como la de ayer de la Secretaria General del PP, cuando, ufana ella, afirmaba categóricamente que la dirección del partido había actuado con contundencia contra los implicados de su partido en los casos recientes de corrupción política y económica, la suerte puede que esté ya echada. Es de sonrojo sideral decir esto y seguir leyendo en el mismo periódico, como los ediles conservadores del pueblo leonés de Cuadros se niegan a obedecer a Cospedal y mantienen en su cargo a su Alcalde encarcelado por la operación ‘Púnica’, a la postre Presidente de la Diputación de León; o peor aun, cuando ya no solo lees sino que te puedes recrear viendo la fotografía de la Alcaldesa de Alicante, doblemente imputada, saludando al Rey de España, como si fuera la mujer del César, honrada y sin mácula. ¿Es esto contundencia? ¿Cuántos votos han perdido solo por esto? Pues nada, a seguir y a mantener que desde el Gobierno no se puede hacer más de lo que se está haciendo.
En el PSOE, por su lado, están ahogándose con las mismas aguas fecales de la alcantarilla sucia que comparten con los populares, y además desnortados, sin guía ni patrón. O mejor dicho, con una bicefalia evidentísima, la del que figura como líder sin mandar nada, y de la que desde el sur gobierna de verdad sin dar la cara, a no ser que se la parta la juez Alaya, con el caso de los ERE y los cursos de formación de mangantes. Para los socialistas lo importante no es ser alternativa de gobierno, que lo tienen asumido, sino perder lo mínimo dentro del desastre, para no desaparecer. Quizás alguien se de cuenta ahora en el partido centenario que el virus ‘zapateriano’ no solo amenazaba con acabar con el país, sino que puede finiquitar la formación política, y osen entonar un ‘mea culpa’ depurativo y sanador.
Aparte de esto nos queda la posible imputación de la infanta para este viernes y la celebración a la ‘brava’ de la pseudo consulta catalana para la semana que viene.
Todo un espectáculo burlesco, cuyos protagonistas escenifican sainetes vomitivos, que obligados, observamos con asco y rabia, y que a mayor escarnio nos toca pagar, podamos o no.