Santiago Beltrán. Abogado.
Sosa Wagner abrió una brecha de duda en UPyD, con razón o sin ella, justificada o quizás no, pero lo hizo, y el partido ha respondido con transparencia, cogiendo el testigo lanzado, en un ejercicio de democracia interna que hoy en día es un bien muy escaso en el resto de formaciones.
Sosa dijo que había un tufillo autoritario dentro del partido y puso sobre el tapete del debate interno la conveniencia de estudiar ciertas alianzas con Ciudadanos, con base a la semejanza ideológica que más pronto les unía que les separaba.
La respuesta de la dirección ha sido rápida y ejemplar. La celebración este fin de semana pasado de un Congreso Extraordinario ha resuelto, bajo mi punto de vista, las dos cuestiones que planteaba el cabeza de lista a la europeas. La primera, que cuando una voz significada plantea un debate con luz y taquígrafos, no hay censura y oscuridad, sino más bien al contrario, democracia y transparencia. Otra cosa son las secuelas que la actitud desafortunada de otros cargos importantes del partido han mantenido, ofendiendo públicamente al mensajero. La segunda, que ahora hay una hoja de ruta para posibles acuerdos y alianzas con otros partidos.
UPyD estaba en una difícil encrucijada y la ha solucionado con solvencia. Es cierto que, posiblemente Sosa Wagner acabe pagando la osadía de su denuncia, aunque Rosa Díez lo niegue por activa y por pasiva, en un gesto que le honra. Es cierto también que tras el Congreso no necesariamente el pacto con Ciudadanos se culmine, incluso es posible que no se inicie, pero la formación magenta no podía negar la posibilidad que ahora se puede iniciar. Ciudadanos ya ha contestado y parece que está por la labor de hablar en este sentido.
Desde el extrarradio de ambos partidos considero que sus puntos de coincidencia son muy superiores a las diferencias que pudieran existir entre ellos, y sus posturas políticas en determinados temas cruciales, que afectan a la unidad del Estado, a las inasumibles diferencias en la fiscalidad de los diferentes territorios del país, la lucha por la transparencia y contra la corrupción, merecen un esfuerzo lo suficientemente grande para que aborden la unión electoral y entre todos ofrezcan alternativas moderadas pero claras y valientes a los españoles, lejos de los postulados radicales de efervescencia y evanescencia de algunos y del inmovilismo interesado de otros.
La democracia es fundamentalmente libertad, pero siempre que vaya de la mano de la responsabilidad. No hay democracia sino hay libertad, pero tampoco si el pueblo no puede acabar con los políticos irresponsables. Para ello las listas abiertas son absolutamente imprescindibles. Sin ellas los partidos continuarán aprovechándose del electorado y la corrupción nunca saldrá de nuestras vidas.