José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
La Unión Europea es una organización joven que está haciendo frente desde su nacimiento a constantes retos y situaciones nuevas debido a la incorporación paulatina de nuevos socios, en aras a la armonización al menor coste posible-entiéndase económico y de soberanía-para sus componentes.
La grave crisis económica de los últimos años conllevó una primerísima posición de reducción del gasto público en Europa para combatir el elevado déficit que se producía por la falta de ingresos fiscales, que a su vez tenía como origen la menor actividad económica. España, Portugal, Italia o Irlanda llegaron a pagar de media casi un seis por ciento para poder financiarlos.
Ese es el origen de los famosos recortes, reducción de salarios y de prestaciones sociales, que tanto nos han dolido a todos. Posteriormente hubo que rectificar pues, reconoció el Fondo Monetario Internacional que solo con ajustes las cosas no se arreglaban, ya que con la misma o parecida cantidad de dinero, cuando hay miedo no se consume más allá de lo imprescindible y para crecer hay que consumir, sí o sí.
A nadie nos gusta pagar impuestos, pero de ahí a que todo un país no pague ni un euro, a que el personal se jubile a los cincuenta y pocos, a que cobren las hijas solteras durante toda su vida la pensión de jubilación de su padre, que primero cobró él, luego su madre viuda y ahora ella, hay un trecho.
Obviamente las prestaciones generalizadas en los Estados Europeos en materia de bienestar social, es decir, pensiones, sanidad , todo gratuito o casi son imposibles de mantener si no se pagan impuestos y hay la suficiente gente trabajando. Son matemáticas sencillas para cualquiera, salvo para Grecia que mintió a la hora de presentar sus cuentas, y en Bruselas se las quisieron creer.
Dicen los entendidos que la deuda de los Estados no se paga, se refinancia, pero para que esto ocurra quien presta el dinero se ha de creer que puedes devolverla, aunque no lo hagas, y hoy nadie cree que puedan pagarla, por eso no les prestan desde hace años.
La deuda griega está en poder de los estados de la Unión Europea, España tiene en torno a Veintisiete mil millones de Euros; ya no le deben a bancos o fondos de inversión, sino al resto de los europeos , a nosotros, españolitos de a pie , también .
Dicho lo anterior resultan ridículos y chulescos ya en este momento tanto su presidente como su ministro de economía porque han vendido un humo que se ha desvanecido ante la cruda realidad que supone disponer solo de sesenta euros cada día, y en un futuro cercano, ni eso.
Ir de farol tiene un precio, y los griegos han comenzado a pagarlo. Han estirado la cuerda al límite, por pura estrategia, sin más sentido que asustar, pero la cuerda se les ha roto un poquito y con ella se ha ido al garete su dignidad de pueblo,
Perdida cuando la imagen que ofrece al mundo Grecia es la de sus jubilados haciendo cola para cobrar parte de sus pensiones con las que sobrevivir.