Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.
Y expresan abiertamente sus argumentos en contra de la “inmersión lingüística” en catalán, para poder mantener su prestigió y sobrevivir.
¡Ya era hora de que una parte de la élite intelectual catalana reaccionara!
Hay un apunte interesante, un “brote verde de sentido común” entre los rectores de las más importantes y representativas Universidades Catalanas, argumentando que es imprescindible el poder impartir magisterio tanto en catalán como en castellano o inglés, según las preferencias de quienes asisten a dichas Universidades y a sus Masters de post grados, si no quieren convertirse en un islote cultural sólo apto para catalanes, perdiendo la universalidad y prestigió del que disfrutaron en su día dichas instituciones en todo el mundo.
Me sorprendió leer esa noticia en los medios de difusión escritos de ámbito nacional y a la vez me congratulé con esa reacción, ya que sus razones son tan evidentes como incuestionables, por mucho que pueda dolerles a los políticos que han convertido el monolingüismo, en su fundamental arma electoral.
El ”bunker de la barretina y la sardana” envuelto en la que siempre fue bandera de Aragón y posteriormente adoptaron en Cataluña, empieza a sufrir sus primeras vías de agua en su línea de flotación, y lo curioso es que los torpedos, no les llegan desde España, sino desde la intelectualidad de las mismas instituciones regionales catalanas.
Seguramente llevan años percatándose de que van perdiendo alumnos a pasos agigantados, por negarse a la globalización lingüística, y plantean la situación cargándose de razones, todas ellas muy válidas.
¿Quién va a querer educarse en catalán, que no sea alguien nacido en esa región, o que quiera dedicarse luego a la enseñanza de esa lengua?
¿Qué universitarios graduados van a querer asistir a Masters o cursos de formación de Post Grado en catalán, que no sean catalanes?
¿Qué empresarios o ejecutivos extranjeros establecidos en Cataluña, van a preferir educar a sus hijos en una Universidad donde sólo puedan comunicarse en un idioma o dialecto que apenas hablan 6 millones de personas en el mundo?
Me parece perfecto que los catalanes quieran que sus hijos se eduquen en su propia lengua y en su propio entorno cultural y que los defiendan por encima de todo, y en ese aspecto me gustaría que los valencianos hubiéramos sabido defender nuestras señas de identidad como ellos lo hacen, pero de ahí a querer obligar a que todos los que tengan que estudiar en Cataluña lo tengan que hacer en catalán por imperativo legal, me parece que hay un abismo.
Es de una cortedad de miras incomprensible, en una sociedad en la que se hacía del “seny” una seña de identidad y por lo visto los políticos que gobiernan en suelo catalán, han dilapidado ese “seny” malgastándolo en aras a su fobia por todo lo que suene a español, olvidándose que lo quieran o no, ellos son España.
Al menos eso consta en sus pasaportes y DNI, a los que aún no he conocido a nadie que haya renunciado a ellos.
Las dictaduras con todas sus imposiciones, acaban arruinando a sus propios pueblos por su sectarismo, y de eso saben mucho todos los españoles, y entre ellos los catalanes.
Me gustaría poder analizar detenidamente a que tipo de colegios suelen enviar las familias Pujol, Mas, Duran i Lleida, Montilla y demás jerifaltes catalanes a sus hijos, pero por los datos conocidos todos ellos suelen enviarles a colegios privados bilingües.
¿Por qué razón entonces privar de ese bilingüismo el proceso educacional de toda la juventud catalana?
¿Por qué imponerles la inmersión en un catalán que sólo lo habla el 0,002 % de la población mundial, cuando haciéndolo en castellano se les abren de par en par las puertas una población de habla hispana unas sesenta veces mayor?
No hay que imponer, se trata simplemente de acatar la Constitución Española, y dejar elegir a los alumnos o a sus padres en cual de las dos lenguas oficiales quieren educarse, dejando a la otra como una alternativa posible, pero nunca excluyéndola.
Y haciéndolo así, quedarían patentes dos elementos de peso:
1º) El respeto a nuestra Carta Magna, por la que debemos de regirnos todos los españoles.
2º) El sentido común de unos gobernantes, que niegan la evidencia, y encima tienen que sentirse presionados por su propio mundo académico, harto de su estupidez e incongruencia.