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lunes, 25 de noviembre de 2024 | Última actualización: 23:18

‘Parotxismo’

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Santiago Beltrán. Abogado.

Según la Real Academia de la Lengua Española paroxismo es, en una primera acepción, la exaltación extrema de los afectos y pasiones. Del mismo modo, significa, en segunda instancia, exacerbación de una enfermedad.

Parot es un abyecto y múltiple asesino perteneciente a la banda terrorista ETA, que pasará a la historia reciente de nuestro país, por razones bien dispares. En primer lugar, por tener el ignominioso honor de formar parte del escalafón más sanguinario de la historia negra española, y en segundo lugar por darle nombre a una reciente doctrina penal, fijada por el Tribunal Supremo en 2006, consistente en que las redenciones de penas por beneficios penitenciarios, como el trabajo, no debían descontarse del máximo de condena, establecida por el Código Penal de 1973 en 30 años, sino de cada una de las condenas impuestas que se van cumpliendo sucesivamente empezando por la de mayor cuantía. De este modo, según la interpretación de nuestro más alto Tribunal, se evitaba que este criminal pudiera salir de prisión habiendo cumplido apenas 16 años de reclusión, cuando habían sido condenado por 82 asesinatos, con penas que en conjunto sumaban casi 4800 años.

Parotxismo es un nuevo término que se acuña en virtud de la sentencia dictada por la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) y hecha pública ayer, por la que se desestima el recurso interpuesto por el Gobierno español contra la condena que se le impuso por aplicar la conocida como 'doctrina Parot' a la etarra Inés del Río. Su significado deviene del uso conjunto de los términos paroxismo y parot, y supone un estado de enfermedad cronica exarcebada de la sociedad moderna, fundamentalmente europea, consistente en un estado mezcla de decadencia, degeneración y corrupción moral, instalada en el seno de innumerables instituciones y organismos públicos por voluntad de influyentes autoridades del mundo de la política, la economía, la justicia y la cultura en general, y que tiene como consecuencia o deriva una protección extrema de personas y grupos que por motivos políticos e ideológicos tienen como finalidad socavar y destruir los cimientos mismos de nuestro estado de derecho y la convivencia libre y pacífica de los ciudadanos. En el parotxismo se priman los derechos de determinados sujetos en función de su catadura ética, de modo que, a mayor inmoralidad en la conducta de estos individuos, mayor es la protección que reciben de estas instituciones y personas de alto rango de representación e influencia pública, enfermas de pasiones adulteradas y fraudulentas.

El parotxismo es una condición del alma perturbada que permite que asesinos terroristas con más de 20, 30, o incluso 80 muertes en su bagaje criminal, cumplan menos de 1 año de cárcel por cada uno de ellos, o que violadores con más de 70 condenas por delitos sexuales puedan salir a la calle, apenas unos pocos años después de su ingreso. El parotxismo es un cáncer que amenaza nuestra sociedad moderna, y que de no remediarse conseguirá acabar con nuestra actual civilización. Lo que lo hace imparable e indestructible es, por un lado, la creencia entre sus miembros, acólitos y practicantes, de su superioridad moral y, en segundo lugar, porque es en extremo contagiosa, no existiendo en la actualidad ninguna vacuna en el mercado que pueda combatirla, ya que se alimenta de la ignorancia, la desidia, la falsedad y el abandono al que se somete a los más jóvenes y futuras presas, desde sus inicios y en la misma escuela.

La sentencia del Tribunal de Estrasburgo es un ejemplo modélico de esta pandemia que nos azota.