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miércoles, 4 de diciembre de 2024 | Última actualización: 19:48

Asalto armado a la catedral de Segorbe

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Siglo XIII, primeros días del año 1248. El obispo de Valencia Arnau de Peralta se presenta en Segorbe, “acompañado de su Arcediano, de muchos clérigos, y no pocos seglares armados, con el intento de enseñorearse de la Iglesia y expeler á su obispo de ella.”  Así lo refiere el obispo Aguilar en su obra Noticias de Segorbe y de su obispado. Era obispo de Segorbe, cuando el asalto, don Pedro Argidio.

La escena de dos obispos a la greña y con armas, que hoy sería objeto de un divertido argumento de Almodóvar, obedece a la mentalidad feudal de la época. Eran los años en que se estaba constituyendo por Jaime I el Reino de Valencia. La conquista, decidida en las Cortes de Monzón e iniciada en Tortosa avanzó de norte a sur. De manera que el obispado de Tortosa fue ampliando sus límites hasta el río Palancia. Y se reservaron para la futura diócesis de Valencia los territorios que se conquistaran más allá de Sagunto.

Pero los halcones que dirigían aquella cruzada vigilaban el avance cristiano sobre el Islam valenciano. Venía de lejos un contencioso entre el poderoso arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, y el arzobispo de Tarragona; Pere d’Albalat. Dada la simbiosis entre trono y altar, el conflicto de jurisdicciones era algo más. La jurisdicción llevaba pareja la recaudación de los diezmos. Pero aquí estaba como trasfondo el conflicto entre la corona de Aragón y la de Castilla, que tenía pretensiones sobre Valencia. La sede de Segorbe se desgajó de la de Albarracín, a la que estaba aneja, con la aviesa intención de que el obispo de Segorbe sirviera de punta de lanza y fuera el primer obispo que entrara en Valencia y pasar así los derechos jurisdiccionales al arzobispo de Toledo, a cuya provincia eclesiástica pertenecía Segorbe. El propio Jaime I tuvo que pararle los pies, al obispo segorbino, que se arrogó derechos que no eran suyos, ya que Valencia iba a ser un nuevo obispado, dependiente de Tarragona y no de Toledo.

Ocupada Valencia y erigida la nueva diócesis, sufragánea del arzobispado de Tarragona, las disensiones episcopales entre Segorbe y Valencia fueron a más, y parece que alentadas por el propio Rey Conquistador. Insinúa el obispo Aguilar que el propio Jaime I era conocedor del incidente que se iba a producir en Segorbe y que por eso no intervino la autoridad militar del Castillo.

¿A qué viene este cuento? Como no quiero hacer demagogia con la historia, algo hoy habitual, dejo a la inteligencia y a la libertad de pensamiento del lector sus propias comparaciones con la situación actual. Y que cada cual extraiga sus conclusiones. Tengo las mías al respecto, y sólo una expreso. Que el Reino de Valencia fue un conflicto antes, durante y después de su parto. Como dijo El Cohelet, nada nuevo bajo el sol.