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viernes, 18 de abril de 2025 | Última actualización: 01:31

Racismo y xenofobia mal interpretado o utilizado

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Federico Arnau. Comerciante jubilado. 

El racismo y la xenofobia, desde el principio de la humanidad, siempre ha sido una lucha del ser humano por preservar su integridad y dignidad hacia la tribu enemiga en la antigüedad, y hoy en las diferentes tribus de centro África o América central.

Pero en el mundo civilizado no hay tribus. Hay personas de diferentes religiones, diferente color de piel y costumbres que, en sus países de origen son normales sus formas de pensar y actuar, y que el resto de los humanos deben de respetar cuando visitan esos lugares que son diferentes al suyo; incluso si por trabajo o cualquier causa deben de residir, tendrán que integrarse respetando esas costumbres.

La eliminación de todas las formas de discriminación racial fue  aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 1965.

Según Lelio Marmota, “debe defenderse el derecho del inmigrante a mantener sus diferencias culturales que solo podrán ser posible cuando las sociedades receptoras renuncien a la ideología pura y simple de las comunidades extranjeras, para consentir la cohabitación de comunidades diferentes. Solo de esa manera, la inmigración dejará de ser vista como un peligro para la identidad cultural, para pasar a ser concebida como una posibilidad de enriquecimiento de esa cultura”.

Es cierto que las diferentes  culturas en una buena cohabitación se enriquecen mutuamente, pero eso lo hacen posible las personas, y no siempre es así.

En la Península Ibérica tenemos buena muestra de los legados que nos dejaron, no los inmigrantes, sino los invasores, digamos celtíberos, pero sobre todo los romanos y los árabes, estos últimos durante siete siglos. Como invasores fueron los españoles para las tribus del nuevo mundo, y que tanto nos ofreció el descubrimiento por parte de Cristóbal Colón para el viejo mundo, y viceversa.

En la actualidad, y después del ‘efecto llamada’ que el Sr. Zapatero hizo durante su mandato, la provincia de Castellón recibió a miles de inmigrantes de diferentes nacionalidades, siendo los mayoritarios los rumanos. Con la recepción de estos ciudadanos que vinieron buscando una mayor calidad de vida, se colaron gente no solo rumana sino de otros países del Este, que formaron redes mafiosas y explotaban a sus propios paisanos. Para los españoles, tener a estas bandas en nuestro territorio, no nos gusta. Y eso, ni es racismo ni xenofobia. Ya teníamos bastante con aguantar a nuestros delincuentes como para, encima, adoptar otros. ¿Es lógico? NO.

Cuando un español comenta algún tema relacionado con los privilegios, o cualquier otro que pueda estar en desacuerdo con algo esté relacionado con ciudadanos extranjeros, te tildan de racista o xenófobo,  porque el inmigrante se siente atacado; por lo tanto, no puedes expresarte sin que te tachen de racista. ¿Por qué no se interpretan adecuadamente dichas expresiones o comentarios?

Una de cada 35 personas en el mundo es inmigrante, los españoles emigraron masivamente a principios del siglo pasado hacia América; y  en la década de los 60, hacia Alemania y Francia sobre todo, y desde luego no recibieron las mismas facilidades ni los privilegios que tenían los propios alemanes o franceses.  Hoy, gracias a las leyes europeas y en nuestro país, todos los residentes legales tienen los mismos derechos, seas extranjero o nacional.

Hay muchísima gente foránea que utiliza el tema para hacerse la victima y lo expongo en estas líneas porque son vivencias propias. No soy racista ni xenófobo. Tengo amigos rumanos y marroquíes, así como hispanoamericanos.

Los españoles, generalmente, somos acogedores; y con la inmigración, exceptuando a los extremista, tenemos bastante sensibilidad, quizás porque el que más o el que menos ha tenido algún familiar emigrante, cuando no ha sido uno mismo el que ha estado en esa situación y sabe lo que es estar fuera de tu casa, en un país extraño y que tienes que comenzar de nuevo.

Pero también hay inmigrantes que tienen la sensibilidad según le convenga. Una familia colombiana, que en su país tenía una posición cómoda, por temas políticos tuvo que salir de allí. Primero, la mujer con su hija pequeña; y luego, el marido, algo más tarde. Fueron acogidos, a través de  una organización cristiana, que se les ofreció un apartamento en Benicàssim  y más tarde, un piso en Burriana con un alquiler de 150 euros; y el marido se colocó de cámara en una televisión local; trabajo del que se quejaba por lo que cobraba: era lo mismo que los demás cámaras; y a su mujer se le ofreció un trabajo en una empresa y al cambiarse el coche unos amigos míos, en vez de venderlo se lo regalaron para que pudiesen desplazarse.

  ¿Cómo terminó el tema? Pues en una merienda, dicho caballero, aparte de otros improperios, comentó que los españoles éramos unos ladrones y asesinos en América.          ¡En fin!, tuve que explicarle que yo no tenía la culpa de que Colón descubriese América y que en toda conquista siempre ocurría lo mismo. ¿O es que los romanos y los árabes no mataron y expoliaron lo que quisieron? Mientras, también nos dejaron unos bienes impagables. Todo lo contrario que la conquista de Napoleón que mató y robó todo lo que pudo, y no por eso tengo que culpar a los franceses actuales de lo que paso en 1800.

Y cuando a un inmigrante no le parece bien lo que le puedas solucionar, su salida en la mayoría de las veces, su respuesta es simple: “¡como soy extranjero!".

En la comunidad rumana, sus propios paisanos, como he citado anteriormente, organizados, son los primeros que los explotaban, dicho por mis amigos rumanos. También me cuentan, que en su país no tienen los mismos derechos que disfrutan aquí, que cuando están enfermos no son atendidos en los hospitales si no sobornan a los médicos; y sin embargo, aunque estén legales y, como los españoles, pagando los impuestos pertinentes, te ponen verde por los gastos en infraestructuras, la corrupción y encima, incluso, con prepotencia. Prepotencia que no son capaces de demostrar en su país de origen, cuando allí tienen lo que tienen; y aquí, incluso, se les dan ayudas, privilegios que, por diferentes circunstancias, se les aplica a ellos en detrimento de los españoles, porque los nacionales declaran aquí sus ingresos y sus bienes; sin embargo, muchos inmigrantes también tienen bienes en su país que no figuran en las declaraciones de renta, y por lo tanto, pueden a optar a subvenciones que, de otra manera, no obtendrían.

Las asociaciones también salen beneficiadas. A la Asociación de los Países del Este se les facilitaron ordenadores y todo lo que fuese necesario, cuando su presidenta tenía cuatro pisos en su país, un hijo bien empleado en la banca ¿y quién controlaba las aportaciones a esta agrupación?

Tenemos también el tema de la asociación Colombiana denunciada en la asamblea del círculo de Podemos que trataba de inmigración, en un punto de los que se debatían en  la Tenencia de Alcaldía  del distrito Oeste, y que los partidos políticos utilizan tanto los establecidos, como los nuevos  para conseguir votos de este colectivo.

Una integrante de este círculo me insultó llamándome ‘racista y xenófobo’ porque dije, que todo el mundo tiene derecho a una vida mejor, pero regularizado, porque todo el inmigrante que resida en España debe de estar con un contrato de trabajo y en condiciones; y además, deben respetar nuestras tradiciones y todo lo nuestro e integrarse, porque cuando una española va a un país en el que se exige, por ejemplo, velo en la cabeza, se lo pone. Es un ejemplo, por citar el extremo. Personalmente, respeto que cada uno vaya como quiera, aunque haya aspectos que considero que son machistas más que religiosos.

La futura política me trató de racista. No supo contestarme al planteamiento que le hice de, si una mujer musulmana va a comprar y paga con tarjeta y solo se le ve apenas los ojos -- porque no todos los musulmanes visten igual aunque cubran la cabeza con pañuelo--, si no se la acepto porque no va a destaparse, ya que la ley en este país dice que debo de comprobar su identidad con el carnet y la firma, ya no puedo ver si su cara corresponde a la de la foto, resulta que soy racista por cumplir con la ley en mi propio país.

Respetémonos todos los seres humano, vivamos los cuatro días que estamos en este mundo sin utilizar o malinterpretar nuestras opiniones, como un ataque a nadie, y los primeros que deberían no utilizar estos temas son los partidos políticos. Y las organizaciones mundiales, como las Naciones Unidas, que permite lo que está ocurriendo en el mundo, sin dar soluciones. Para mi, personalmente, es una organización cómplice por pensar en los intereses de los países que tienen la opción de veto, hacer oídos sordos y taparse los ojos.

Respeto para cualquier persona, sea su rasgo, color o religión, y no más  muertos en el mar, en los desiertos o en trabajos esclavizantes en demasiados países.

¿Cómo tendríamos que valorar esto?  Personalmente, todos aquellos gobiernos que permiten que sus ciudadanos pierdan la vida de esa forma, deberían ser acusados de genocidio y llevar a sus responsables ante la Corte Internacional, pero no interesa. Además, esos gobiernos disfrutan de millones de dólares en los  paraísos fiscales.