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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Un vasco valiente

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

La primera ocasión que escuché su nombre, fue a raíz de su intervención en un programa de ETB-2, (el canal autonómico vasco que emite su programación en castellano) llamado RIFIRAFE presentado por Antxon Urrusolo, por los años 1993 o 1994. Se trataba de un programa de debates, donde un grupo nutrido de gente de la calle junto con algún invitado experto en el tema objeto del tema de discusión, ponían un contrapunto de normalidad a sesudos ambientes académicos, expresando voces cotidianas a cuestiones muy variadas.

En aquellos años la actividad de ETA seguía en plena vigencia, y abordar el terrorismo y sus efectos juntando a políticos radicalmente opuestos, cuando no enfrentados, dentro de un plató de televisión, requería muchos reaños de coraje. Antxon Urrusolo no diseñó un programa al uso, trajo a gente de la calle y activistas de asociaciones de familiares de los etarras encarcelados, movimientos vecinales, sindicatos, militantes de base de partidos políticos y cargos electos no tan conocidos.

Gregorio Ordóñez se encontraba entre toda ese amalgama de personas, como un concejal del Ayuntamiento de San Sebastián dentro de las siglas del Partido Popular. Los "representantes" de Herri Batasuna comenzaron con su habitual discurso: el manido tema del conflicto vasco y blablablabla,...varias personas más de ideología nacionalista en un tono más moderado, también cargaron las tintas sobre las claves democráticas que debían darse para que la ‘organización’ ETA abandonara las armas siempre que el inmovilismo de Madrid y París, y tal y cual. Gregorio Ordóñez tomó la palabra, y ante esa gente sólo se dedicó a explicar su día a día. Frente a grandes discursos describió el modo en que como simple ciudadano no podía transitar libremente por su ciudad: San Sebastián. Que debía ir siempre acompañado de escolta. Que formaba parte del único Parlamento de toda Europa, en donde todos los integrantes de la oposición no nacionalista debían llevar protección al estar sus vidas bajo amenaza. Que actos tan cotidianos como ir a la playa o ir de vinos por la parte vieja, sencillamente estaban fuera de su alcance. Sólo por atreverse a ser ciudadano libre y no permitir que su libertad tuviera precio. Y además valiente, al enfrentarse a todos aquellos y aquellas que trataban la diferencia dándole un tiro en la nuca. Y siguió hablando de su día a día, y contando  su experiencia frente a los cómplices del terror. No entró en contra argumentar los discursos filoetarras o de cariz nacionalista. Con el detalle del modo en qué transcurría una jornada de trabajo,  tuvo más que suficiente para merendárselos a todos. Un sarcasmo vomitivo, los pretendidos sufridores de la opresora España, gozaban de todas sus libertades, mientras que los supuestos opresores no podían ni llevar a sus hijos a un parque sin poner en grave riesgo su vida.

Por aquellos años yo era un jovenzuelo estudiante en Pamplona, y espectador habitual del programa del canal autonómico vasco, y todavía recuerdo el impacto que me causó el testimonio del vasco valiente que fue (y es) Gregorio Ordóñez. Su coraje y determinación no cayeron en saco roto, ya que consiguió que el Partido Popular del País Vasco obtuviera la condición de fuerza más votada en San Sebastián en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 1994, todo un vuelco la capital de una provincia fuertemente nacionalista como es Guipúzcoa. Esa mezcla de coraje, valentía y determinación no podía ser tolerada por los asesinos de ETA, ejecutando uno de sus pistoleros la sentencia de muerte contra un vasco valiente,  insertándole un tiro en la cabeza  mientras tomaba un vino en el restaurante La Cepa de la parte vieja de San Sebastián. Murió por ser vasco, español e integrante del Partido Popular, que a nadie se le olvide con vanos intentos de acercar su memoria a siglas ajenas que ni conoció.

Tuve el honor de compartir una cena con la hermana de Gregorio Ordóñez, Consuelo, una réplica en mujer del coraje, valentía y categoría humana del líder popular. Invitada por el Club Rotary Costa Azahar de Castellón, desplegó una formidable capacidad de análisis de la situación política y social del País Vasco, sintetizando todo el dolor acumulado en una simple pregunta: "¿Qué está pasando en el seno de una sociedad como la vasca, para que el hijo de Arnaldo Otegui tenga más influencia moral que el hijo de Gregorio Ordóñez?"....la respuesta contesta a la necesidad de seguir contando con personas con la integridad y coraje con el que vivió Gregorio Ordóñez.