Juan Teodoro Vidal. Químico.
La tradición cristiana establece que unos hombres sabios (o 'magos' según otras traducciones) venidos de 'oriente', siguiendo una estrella (?), se presentaron en donde nació el Niño Jesús, le adoraron y le ofrecieron extraños regalos:
“(Mt [RVG], cap 2):
1 Y CUANDO Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, he aquí unos hombres sabios del oriente vinieron a Jerusalem, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
...
9 Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 11 Y entrando en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, e incienso, y mirra.”
La historia es muy curiosa y simbólica. Las estrellas y los demás astros del cielo, incluidos los cometas, no pueden señalar ningún sitio concreto porque a lo largo de la noche recorren el cielo; así que la 'estrella' debe tener un carácter sobrenatural, simbolizando la importancia cósmica del nacimiento. Los obsequios indican la condición del niño recién nacido: 'real' (ya que el oro es propio de los reyes, que lo acuñan en la moneda; pues iban buscando a un rey), y al mismo tiempo 'divina' (pues el incienso se quemaba delante del altar de los dioses), y 'humana o mortal' (por la mirra, con que se embalsamaba los cadáveres). Posteriormente el relato se ha visto glosado por la tradición. Se ha fijado en tres el número de hombres sabios. Se les ha dado, siglos después, unos nombres, que no aparecen en el evangelio, 'Melchor, Gaspar y Baltasar'. Se les ha 'ascendido' a 'reyes', para hacer más importante su visita. Así los hombres sabios se han acabado convirtiendo en los tres 'Reyes Magos', que es como los conocemos ahora. Otro rasgo curioso de la historia es que sólo aparece en Mateo y no en los otros evangelios sinópticos, Marcos y Lucas, en especial en este último, que nos cuenta el episodio del nacimiento con una versión más 'teatral' o descriptiva, en la que aparecen ángeles y pastores, sin que ninguno de estos personajes se mencione en el relato de Mateo citado.
Dicho lo cual, es estupendo que este relato haya servido para justificar la costumbre de hacer regalos a los niños en la fecha que se conmemora la adoración de los Magos, y que luego se haya extendido como excusa para hacer regalos para todos.
En España, ya puestos, podríamos pedirles que nos regalen tres 'finales': que trajeran, en lugar de oro, el final del paro; en lugar de incienso, el final de la corrupción; y en lugar de mirra, el final de la división generada por los nacionalismos.