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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 21:28

Corrupción (II)

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Pedro Tejedo. Abogado.

Quizá la variante de la corrupción que está más extendida en España es la del enchufismo. El PPSOE y los nacionalistas utilizan la Administración Pública para colocar a su extensa red clientelar, es decir, para colocar a los suyos y pagar con dinero de todos. Cuando leo que el PP, por ejemplo, tiene más de 15.000 afiliados en nuestra provincia y 142.000 en la Comunidad Valenciana, me echo la mano a la cartera.

Veamos lo que dice la CE de 1978 sobre el acceso a la función pública en el apartado tercero de su artículo ciento tres: “La ley regulará el estatuto de los funcionarios públicos, el acceso a la función pública de acuerdo con los principios de mérito y capacidad,…”.

Nuestros políticos tienen muy claro lo que significa para ellos los principios de mérito y capacidad: parentesco, amistad y pertenencia a la secta, digo al partido.

Este enchufismo es especialmente patente en la Administración Autonómica y, sobre todo, en la Local. ¿No se han fijado ustedes en que la protesta de los funcionarios por los recortes ha sido escasa en la Administración Local? Y es que, claro, lo menos que se puede pedir a los estómagos agradecidos es que no protesten.

El enchufismo en el acceso a la función pública es especialmente perverso en la actual situación de crisis económica, cuando un 26% de la población está en paro y ve como tiene vedado el acceso a un empleo público porque éste va a ser asignado al amigante (término acuñado por el eminente filólogo Emilio Lledó) del partido de turno. Además, muchas plazas públicas se han creado sin necesidad, siendo la única razón de crearlas el colocar al amigante, es decir, se aumenta el gasto público, mayor déficit, no para mejorar el servicio público sino para dar satisfacción a la red clientelar.

Nuestro entrañable PPSOE ha creado un sistema que perfecciona el caciquismo de antaño. Durante la Restauración existía la figura del cesante, recreada por Galdós en muchas de sus obras. Los dos partidos del momento, el Partido Conservador y el Partido Liberal, se iban turnando en el Gobierno y era sabido que la entrada en el Gobierno de uno suponía la entrada en la función pública de sus afines y la salida de los contrarios; se decía que cuando el Partido Liberal abandonaba el Gobierno, salía de Atocha un tren hacia Guadalajara, feudo del Conde de Romanones, con todos los que éste había enchufado.

Pero, como digo, el PPSOE ha perfeccionado el sistema: actualmente ya no salen trenes hacia Guadalajara, la salida del poder, autonómico o local, no implica la salida de los enchufados sino que éstos permanecen y se les añaden los nuevos enchufados del partido entrante. Ésta es la base de la historia de amor entre el PP y el PSOE, hasta formar ese vínculo matrimonial, el PPSOE, que tantas tardes de gloria nos ha dado y aún nos dará. Luego, hacen como que se pegan y enfadan, la gente se lo cree y les vota, no para que ganen los unos sino para que no ganen los otros. Ciertamente, hay que reconocer que no está mal el invento.

La crisis económica que padecemos va acompañada de una crisis política y de una crisis moral, todas ellas relacionadas entre sí, y la salida de la primera será más rápida si se hace con la superación de las otras dos. En España, no solo la crisis moral, sino también la económica, comenzará a superarse el día en que recaiga una condena penal por enchufar a un amigante. Ya se está tardando.

En fin, el próximo lunes escribiré un tercer y último artículo, de momento, sobre la corrupción, y trataré de hacerlo con una mirada optimista: mucho espíritu navideño me va a hacer falta.