Jorge Fuentes. Embajador de España.
Estamos pasando una temporada en Varsovia. Nos traen aquí razones familiares y también profesionales. Varsovia alberga la Oficina para las Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (en siglas inglesas ODIHR) uno de los principales brazos de la OSCE, encargado del control de las elecciones legislativas en 77 países occidentales y también de celebrar cada Otoño la mayor Conferencia sobre Derechos Humanos en el mundo. Más de 1.000 delegaciones se dan cita en Varsovia en un acontecimiento diplomático singular.
Pero no voy a hablarles de mis cuestiones profesionales. Les confieso que aprovecho cada año mis semanas en Polonia para cambiar de aires y de algún modo, hacer una ‘cura política’. Aquí evito leer prensa, escuchar la radio o poner programas informativos de la televisión. En Varsovia vamos al teatro, a la opera, al cine.
Casualmente conecte la TV y vi que pasaban un serial sobre el extraordinario cantautor italiano Domenico Modugno. Recordé aquella hermosa canción que hablaba sobre la distancia, el viento, el olvido, el fuego y el amor y caí en la cuenta de que la distancia es muy importante en la vida. El pintor da un paso atrás para ver de lejos el efecto de su obra. El escritor presta su manuscrito a un amigo para que le transmita su impresión desde fuera.
Alejarse de la realidad cotidiana es muy sano y conveniente. Levantarnos a diario con la obsesión de averiguar por los medios informativos que ha ocurrido en el mundo y especialmente en nuestro país puede llegar a ser insano. Por eso nacieron las vacaciones y el turismo y poner un poco de tierra de por medio resulta gratísimo.
De pronto nuestros políticos, nuestros escándalos, nuestras corrupciones e imputaciones desaparecen. Sabemos que los problemas no están resueltos pero al menos nos han dejado en paz y por unos días hasta se nos olvida el nombre de ese tesorero del PP con supercuentas en Suiza y de esos sinvergüenzas de los ERES andaluces. Aunque todo nos aguarde para el regreso, les recomiendo de vez en cuando salir de España, conocer otros lugares, aligerar la mente y quizás con ello, aparte de notar que nuestro país es más bonito y más querido desde lejos, al volver podamos enfrentar la vida cotidiana con otro talante.