José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
La actualidad está tan repleta de noticias, que se puede escribir casi de cualquier cosa, de canal 9, de la huelga de recogida de basuras en Madrid, que empieza a estar sucia de verdad, de Filipinas y la devastación de Yolanda o cómo no, del glorioso fin de semana del PSOE en el que todos han callado, ni Chacón, ni Marina, ni López han querido recibir más allá de parabienes y saludos afectuosos, sin entrar en los temas de fondo y calado, todos sonrientes y todos “amigos”.
Una vez más ha salido relucir, como no podía ser de otro modo la radicalidad tan caduca, como anacrónica de sus postulados y que solo sirve para arengar y exasperar a quienes están en situaciones de dificultad e incluso penuria y que el Sr. Rubalcaba ha sabido manejar siempre con una gran habilidad y sorprendentes resultados. Han vuelto a resurgir los lemas de estado laico, y la ruptura del concordato con la Santa Sede así como el de escuela pública, única y laica, eso sí de calidad para todos. Sobre esto último unas breves reflexiones.
No está de más recordar que la actual ley de educación es precisamente del Sr. Rubalcaba y los resultados que en los últimos veinte años hemos obtenido son evidentes , nos guste o no reconocerlos: un fracaso escolar abultadísimo, uno de cada cuatro alumnos de la ESO abandonan sus estudios antes de acabarlos. Las enseñanzas profesionales, en general son consideradas el camino de los fracasados, los que no sirven para estudiar y no accederán a la Universidad.
No voy a analizar ni a recrearme en los informes sobre los niveles educativos, de conocimiento de jóvenes y mayores, situándonos a más distancia de los finlandeses en saber de la que hay en kilómetros de Madrid a Helsinki, pero si constatar que cada vez nuestros niveles de competencias son más bajos con relación a nuestros vecinos y todo ello gracias a una ley que el actual ministro pretende modificar de modo y manera que esto cambie, y eso no gusta, no se quiere reconocer que esta ley de educación es mala, ya que genera fracaso, abandono y bajo nivel de competencias. Esto es lo que hay nos guste o no.
No quieren que el esfuerzo, la constancia y el trabajo vuelvan a ser reconocidos como valores en la educación, porque será reconocer que cuando fueron relegados del sistema educativo por caducos, anticuados, pasados de moda y obsoletos, porque según ellos eran parte de un modelo social a desterrar, se equivocaron una vez más.
A toda costa quieren evitar que el ejercicio democrático, recogido en el artículo 27 de la Constitución, el de elección de centro educativo por parte de los padres adquiera rango de normalidad, pudiendo elegir en función de sus criterios y principios, ya que todo el esfuerzo de años en el que por todos los medios han procurado que solo exista una escuela única, pública y dirigida ideológicamente habrá sido en vano.
No quieren que se modifique nada, que no haya pruebas de baremación iguales para todos, porque se pondrá en evidencia quienes consiguen que su proyecto educativo, aplicado en base a la autonomía del centro dá mejores o peores resultados. Todos iguales, todos rasados a la baja.
Su educación para la ciudadanía, aleccionadora política e ideológica no puede desaparecer y sustituirse por una asignatura transversal, porque el adoctrinamiento desaparecerá de las aulas y eso es imperdonable.
No pueden permitirse que el colectivo de maestros y profesores, sea motivado, incentivado y sobre todo reconocido como autoridad en el aula, que también les había sido arrebatada. ¿Qué les quedará entonces?
Por todo ello y por muchas cosas más de las que tiempo habrá de comentar, no dimita Sr. Wert, pues si bien es cierto que últimamente está en el candelero por patinazos propios, o ajenos, posicionamientos frente a compañeros de gobierno e incluso ante la Unión Europea, bajo esa apariencia en ocasiones prepotente o al menos autosuficiente se vislumbra a poco que se indague, a un muy inteligente ministro que aferrado muy fuertemente al suelo y sin pretender mantener batallas con molinos de viento ,quiere iniciar el camino necesario para que las competencias básicas de los alumnos, es decir aquello que han adquirir al finalizar cada etapa educativa, se cumplan, se mejoren y las adquieran todos o al menos un porcentaje mucho mayor que el actual.
Que leer, escribir sin faltas de ortografía, tener conocimientos básicos de matemáticas, trabajar los idiomas extranjeros... sean adquiridos por todos y todo eso en la lengua vehicular que quieran las familias y no en la que nos imponen los políticos, o los técnicos del ramo, en función de intereses ajenos a las familias y los alumnos.
No crea Sr. Wert que me olvido de lo mucho que se ha quedado por acometer en la elaboración de esta ley, pero ahora lo importante es poner en marcha los cambios y mejoras que se pretenden, tiempo habrá de ampliarlas y modificarlas.