El intento del ayuntamiento de Castelló de trasladar la escultura del Perot de Granyana al parque del Auditorio ha tenido una contestación unánime por la mayor parte de la sociedad castellonense.
Hasta aquí la noticia que Castellón Información ha recogido en sus informaciones.
Pero lo que personalmente me ha llamado la atención y ante lo que no he podido controlar la tentación de contarlo es la interpretación popular que llega a imbuir de toque divino la resistencia del Perot a abandonar la avenida de Lidón, en recuerdo a la Santa Troballa; y a las consecuencias de su permanencia, lo que ya denominan los vecinos como ‘la niña de la curva’.
El que no se consuela, es porque no quiere. Y que cada uno lo tome por donde quiera (pero con una sonrisa, por favor)
La leyenda de la ‘Santa troballa’
Me recordaba María España cómo su padre le relataba desde pequeñita la leyenda de ‘La Santa Troballa’
Esta leyenda popular, ligada al nacimiento de la Basílica de Lledó, y al primer siglo de historia de la ciudad, está relatada en la web de la Real Cofradía de Nuestra Señora del Lledó:
“El punto de partida es 1366 (siglo XIV). Según cuenta la tradición del inicio del culto y de la veneración de la sagrada figura llega a partir del momento en que una diminuta figura, de apenas 6 centímetros de altura, es encontrada bajo las glebas de un arado del labrador Perot de Granyana, a los pies de un lledoner. Este labrador trabajaba sus campos de la partida de La Plana, lugar donde, aproximadamente hoy se encuentra la basílica.
El arado se paró al encontrar un obstáculo que detuvo su avance; los animales cesaron sus pasos y se postraron ante el árbol. El agricultor, con extrañeza, buscó entre la tierra el obstáculo y recogió lo que en un principio podría ser una piedra. Al observarla se dio cuenta de la forma particular que tenía; se trataba de una piedra de alabastro blanco que, esculpida de manera bastante ruda, parecía imitar la figura de una mujer orando.
Perot cogió la figura y se la llevó a la ciudad para mostrarla a las autoridades. Como ya era tarde y todo estaba cerrado, el agricultor tuvo que llevársela a casa y esperar al día siguiente.
Cuando amaneció dicha figurita había desaparecido ante el asombro de nuestro labrador. Perot la encontró nuevamente ese mismo día, en ese mismo lugar, y la volvió a llevar a la ciudad. Este proceso se repite y la pequeña imagen vuelve a desaparecer de casa de Perot. Ante la insistencia del labrador y, pensando que estaba loco, el Consejo de la Ciudad le acompaña hasta el punto exacto del hallazgo de la imagen, y allí ocurrió el milagro: Perot y el Consejo encontraron la figurita rodeada de ángeles. Ante la celestial aparición el consejo Municipal tomó la decisión de edificar una pequeña ermita en el lugar de ‘la troballa’.
Esta historia de la santa Troballa se encuentra reflejada en los lienzos que están junto al altar mayor del templo basilical”.
Se trata de la misma figurita que aparece en el relicario dentro de la imagen de la Mare de Déu de Lledó en su basílica.
Pues bien, dicho esto hay quien afirma que si la figurita del Perot se rebeló en el siglo XIV a ser trasladada de lugar, quizá la escultura de Juan Bautista Adsuara, realizada para inmortalizar aquella leyenda, tiene sobre si la influencia divina que ha rechazado el proyecto municipal de cambiar el monumento de sitio. Ojo, el Ayuntamiento de Castelló, laico o no, se enfrenta a fuerzas superiores y celestiales.
¿Verdad o mentira?
En términos algo menos místicos, los expertos aseguran que aquella escultura se realizó en piedra caliza porque lo que se pretendía de verdad es que fuera la base idónea para poder ser fundida en bronce, pero se acabaron los dineros y se quedó como estaba.
Lo cierto es, que la imagen amenaza con romperse, por intercesión divina o por el paso de los tiempos. Hay personas de los núcleos culturales de Castelló que piden ya la protección del monumento y su reproducción en bronce tal como se pensó cuando se esculpió. Al fin y al cabo, si se habían presupuestado 40.000 euros para trasladar el Perot, quizá sería el momento de reinvertir esos fondos en perpetuar un monumento ligado a la tradición de Castelló y al que respetan todos los ciudadanos de la capital de la plana.
La niña de la Curva
Por otra parte, el hecho de la resistencia del Perot y su ‘santa troballa’ a abandonar el emplazamiento actual en la avenida de Lidón, también ha dado lugar a otros chascarrillos no menos singulares.
Ante la imposibilidad de retirar la escultura o de girarla, al menos, para que mire a la Basílica y ocupe menos espacio, el ayuntamiento se ha visto obligado a modificar las obras en este punto de la remodelación de la avenida. Se ha introducido una ‘curvita’, para no tocar la escultura, más pronunciada en uno que en el otro lateral del Perot, donde se ha intentado respetar en lo posible el paseo y el carril bici.
Algunos lo han bautizado como ‘la volteta’, en relación a la costumbre de pedir a los festeros castellonenses que giren sobre si mismos cuando desfilan.
Pero otros le han dado un uso diferente a la imaginación y ya lo llaman ‘la niña de la curva’. Recuérdese esa leyenda urbana que cuenta la historia de una mujer (niña) que se aparece en la noche a los conductores para advertirles del peligro de la curva que hace la carretera con el fin de que sean más prudentes y eviten riesgos.
¿También tendrá malas vibraciones la ‘curveta’ de la avenida de Lidón?