Enrique Domínguez. Economista.
Pocas sorpresas con los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2018 y del paro registrado de julio, salvo la imposibilidad de acceder a los de la EPA en la página del INE por problemas técnicos durante un cierto tiempo, una hora después de hacerse públicos.
Refiriéndonos a la EPA, el primer aspecto a destacar en este segundo trimestre es que el descenso en la tasa y en el número de personas paradas es normal desde 2014, año en el que se inicia el repunte de la actividad económica; porque durante los años duros de la crisis se dieron aumentos del paro y de la tasa.
Es normal con la mejora de la actividad económica porque estamos comparando el primer trimestre en el que la actividad en el sector agrario castellonense se reduce de manera paulatina y progresiva y la relacionada con la actividad turística apenas se mueve, con el segundo trimestre en el que la actividad en el sector agrario es mínimamente significativa y, en cambio, la relativa al sector de servicios, sobre todo en hostelería y turismo, crece de manera también paulatina y progresiva.
Por eso, es normal que al comparar los dos periodos se reduzca la tasa de paro, descienda el número de parados, aumente la ocupación y también el número de activos.
Un segundo aspecto a tener en cuenta es la mayor lentitud respecto a la disminución del número de parados. Si comparamos el segundo trimestre de este año con el primero, las personas paradas descienden en Castelló en 2.700; en iguales periodos de 2017 el retroceso es de 5.000 personas y en 2016 de 5.300.
También si comparamos el número de parados en este segundo trimestre de 2018 con el de 2017, la reducción es de 3.300 personas; en 2017 respecto a 2016 bajó el paro en 5.900 personas y en el segundo trimestre de 2016 respecto al de 2015 descendió en 15.500 personas.
Se constata, pues, la progresiva dificultad en reducir la cifra de paro en Castelló. Alcanzar la tasa de paro del 5,38% del tercer trimestre de 2006 en plena burbuja inmobiliaria y sus 15.200 parados, estimados por la EPA, y suponiendo que se mantiene el ritmo de la actividad económica, que es demasiado suponer, tardaría demasiados años. Del 10% al 13% puede ser una tasa alcanzable pero la del 5-6%, demasiado difícil.
Y un tercer aspecto a destacar este trimestre tiene que ver con la comparación de la tasa de Castelló con la valenciana y la española. La tasa de las comarcas castellonenses en su conjunto se situó en los once trimestres anteriores por debajo de la relativa a la Comunitat Valenciana; sin embargo, en este segundo trimestre de 2018 supera por poco, cuatro centésimas, a la valenciana y también es superior a las tasas de València y Alacant.
Respecto a la tasa española, se han dado altibajos a los largo de los últimos trimestres; ha sido superior la castellonense al igual que en el primer trimestre, mientras fue inferior en la segunda mitad de 2017.
El cambio de comportamiento respecto a la tasa de la Comunitat Valenciana pudiera deberse en parte a la menor dinamicidad del sector turístico, hecho que también reflejaban los datos del paro registrado en el sector servicios en Castelló respecto al conjunto de la Comunitat.
Respecto a la evolución del paro registrado el pasado julio, su descenso respecto a junio es normal si bien, al igual que con su evolución en la EPA, se reduce menos que en los cinco años anteriores. También disminuye menos que un año antes que en los tres años precedentes.
En resumen, bueno es que la tasa de paro y el paro registrado se reduzcan, aunque sea lo normal en época de bonanza, en este trimestre o respecto al mes precedente; pero es fundamental que la provincia demuestre que tiene atractivos suficientes para que cualquier ciudadano tenga interés en venir y conocerla. El aeropuerto, la alta velocidad (ojalá fuera AVE) pueden ser infraestructuras necesarias pero no son suficientes. El turista no vendrá a Castelló solo por tener un aeropuerto o alta velocidad. ¿Qué opinan ustedes?