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Uno de los peores enemigos de la enfermedad renal crónica (ERC) es el propio carácter silente de la enfermedad, que en ocasiones no da la cara hasta que se ha producido una pérdida importante de función renal, pérdida que, en el mejor de los casos, se puede detener, pero nunca recuperar.
Por ello es fundamental que aquellas personas que reúnen factores de riesgo (hipertensión arterial, diabetes, antecedentes familiares, más de 60 años, colesterolemia, etc.) se sometan a controles nefrológicos para poder frenar la enfermedad desde el principio.
Los síntomas que pueden producir una insuficiencia renal son múltiples. Entre los más comunes: alteración del sabor de las comidas, nausea o vómitos, confusión o dificultad para pensar, falta de apetito, cefaleas, fatiga o picor generalizado en la piel. Pero los aspectos decisivos para tomar visitar al médico son los siguientes:
• Tensión arterial elevada.
• Hinchazón en los parpados, tobillos o manos.
• Cambio en la orina: color, consistencia u olor.
• Aparición de sangre o proteínas en un análisis de orina durante una revisión rutinaria.
Los factores de riesgo de la ERC se clasifican entre los no modificables y los modificables. La edad (por encima de los 60 años), el sexo (masculino), antecedentes familiares o problemas durante la gestación, como el bajo peso al nacer, que se asocia a un menor número de nefronas, destacan entre los primeros.
El hecho de que un porcentaje importante de factores de riesgo de la ERC sean modificables da una idea del margen de acción que, afortunadamente, tienen las medidas preventivas. Es más, la solución a algunos de ellos, como el tabaquismo, el sedentarismo o el sobrepeso, pasa por el simple cambio de hábitos hacia unos más higiénico-saludables.
Otros, como el control adecuado de la tensión arterial, la diabetes mellitus, los cólicos renales repetidos, el crecimiento de la próstata o los niveles de colesterol y ácido úrico precisan de un seguimiento médico adecuado.
Según la Sociedad Española de Nefrología, la enfermedad renal crónica (ERC) es un problema de salud pública importante que afecta aproximadamente al 10% de la población adulta española y a más del 20% de los mayores de 60 años. El problema se agudiza por la falta de diagnóstico que impide un control de la enfermedad en sus estadíos iniciales. En personas con hipertensión arterial y/o diabetes, la cifra de afectados por enfermedad renal crónica se dispara hasta el 40%.
Junto al corazón y los pulmones, los riñones funcionan como órganos diana del cuerpo humano en tanto en cuanto acusan o responden con más sensibilidad a cualquier "ataque" o proceso tóxico que se desarrolle en el organismo.
La exposición de los riñones ante cualquier estímulo adverso se entiende al observar la cantidad de funciones complejas que cumplen estos dos órganos, de apenas 150 grs de peso cada uno.
Las funciones renales más conocidas son el filtrado de la sangre, que permite eliminar toxinas y exceso de líquidos a través de la orina. Sin embargo, su papel es determinante en aspectos tan serios para la salud en general como el control de la presión arterial o la regulación en la producción de glóbulos rojos.
La tensión arterial está íntimamente ligada a la función del riñón. Tanto es así, que una tensión alta no solo puede provocar daño renal; la enfermedad renal también provoca una subida de la tensión arterial. Por ello es fundamental hacer, bien desde casa, bien en farmacia, un control de mediciones exhaustivo de la tensión arterial.
En este sentido, tan importante es «tomarse la tensión» como hacerlo bien. Las malas prácticas de cómo hacerlo correctamente, pueden distorsionar severamente los resultados reales.
Pautas para medir la tensión arterial:
• Permanecer en reposo al menos durante 5 minutos antes de tomar la tensión.
• No haber tomado café, té, u otra sustancia excitante.
• Asegurarse de que el manguito se adapta al tamaño del brazo.
• No redondear cifras.
• Si, tras la medición, los valores son preocupantes:
- Repetir hasta tres veces la medición en intervalos 5/10 minutos.
- Realizar mediciones, varias a lo largo del día, durante al menos una semana.
- Acudir al médico si los valores altos persisten.
- Las cifras (en mediciones de tensión arterial) que disparan las alarmas se sitúan por encima de 9/14.





















































